𝟭𝟬. 𝗖𝗔𝗥𝗘

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𝐂𝐚𝐫𝐞















"Me asusta y a la vez quiero que pase.
Y eso supongo que es enamorarse."















No fue difícil quedarme dormida, aunque intentaba aparentar, me encontraba verdaderamente cansada. Me aferré a su cuerpo sudoroso y dejé que su olor me impregnara.

Gellert me tomaba en brazos con total calidad y yo escuchaba como poco a poco sus latidos se normalizaban y acariciaba mis brazos, mi cabello y mi mejilla.

Estar con él era como vivir en el ojo de un huracán.

Aquella noche descubrí que él era tan humano como yo. Cuando uno escucha su nombre piensa instantáneamente en grandeza, en el caos que alguna vez causó y la muerte que lo rodeaba; yo descubrí muchas cosas más.

Al escuchar su nombre pienso en la calma, la firmeza con la que me toma en sus brazos, el cariño con el que dice mi nombre y la apasionada dulzura con la que besa mis labios. Aun en la brusquedad de sus actos al tener sexo me sentía protegida.

Me levanté la mañana siguiente por su tacto, Gellert se encontraba acariciando mi mejilla y aquello se me hizo una de las acciones más románticas que había tenido conmigo.

-Me gusta verte dormir- Musitó aquel rubio en cuando abrí los ojos. -¿Acaso eso es raro?- Ver sus ojos era como ver la contradicción que él representaba.

-No lo es, es como si me protegieras- Lo miré con total dulzura, me sentía en el paraíso estando en aquella cama mirando aquellos ojos.

-Ahora que estas conmigo, mi deber principal es protegerte- Gellert empezó a acariciar mi mejilla y con su pulgar acariciaba mi labio inferior generándome cosquillas en el estómago.

Intenté moverme para poder quedar encima de Gellert y besar sus labios pero, en el primer instante que tuve la intención de moverme sentí como mis piernas se acalambraban haciéndome soltar un quejido de dolor.

Fui bambi recién nacido, lit esa era yo en ese momento.

Gellert empezó a reír con fuerza al ver mis gestos.

-¿Qué te pasa?- Preguntó aquel rubio entre risas.

-Me rompiste las malditas piernas- Gellert en ese momento soltó una gran carcajada y apretó mis muslos agudizando mi dolor. -La puta que te parió, Gellert. No hagas eso, de verdad duele- No pude evitar empezar a reír, escuchar su risa era como escuchar las olas del mar romper, claro si es que te gusta ese sonido.

-Eso es evidencia de que ayer estuve increíble- Golpee su pecho mientras reímos como dos niños en aquella cama, contuve la respiración tratando de apaciguar el dolor de mis piernas y me senté cómo pude sobre su abdomen.

Les juro que sentí cómo las piernas se me entumían de una forma increíblemente dolorosa.

-Eres un maldito niño- Nuestros cuerpos seguían desnudos así que, en cuando sentí mi clítoris chocar contra su abdomen este empezó a cosquillear y a palpitar de forma dolorosa.

-Y tu eres mi niña- Agregó Gellert acomodándose en la cama para luego tomarme del cuello y jalarme hacia él, todo mi cuerpo dolía, no solo mis piernas.

Después de aquella increíble sesión de sexo Gellert y yo ya habíamos pasado esa linea de confianza para poder expresar el posesivismo sobre el otro que nos caracterizaba.

Gellert apretó mis muslos y gruñí sobre sus labios mordiéndolo por la molestia que esto me causaba.

-Para esto no te duelen las piernas ¿no?- Sonrió sobre mis labios y apretó mis glúteos para crear una fricción entre mi clítoris y su abdomen.

𝑨𝒃𝒅𝒊𝒕𝒐𝒓𝒚  [ Experiencia de RD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora