𝟯𝟰. 𝗗𝗔𝗪𝗡 [+𝟭𝟴]

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"Cuando terminó el derramamiento de sangre, ni siquiera podíamos reconocernos, nuestros cuerpos eran mapas de destrucción y dolor, nuestros rostros, las secuelas de un mundo entero en cenizas."
























Solo quedaban los restos de cuerpos en aquel patio, los restos de una guerra. La sangre seca en el suelo, los escombros siendo removidos, los cuerpos cubiertos y reubicados.

Neville se ofreció a regresarme al castillo, simplemente me negué y escuché como sus pasos se alejaban lentamente. La adrenalina me había abandonado, ya no tenía fuerzas para mantenerme entera pero no podía soltar una lágrima más.

El cielo despejado, ya no había luna que sea espectadora de mis desgracias, ahora se encontraba el sol para recordarnos que los tiempos oscuros habían terminado.

Escuché aquellos pies arrastrarse por el suelo, aquella rodilla golpear contra el pavimento, aquellos brazos rodeando mi cuerpo.

El tiempo volvió a correr, mis sentidos volvieron a funcionar. Sus latidos, su respiración, su calidez me estaban regresando al mundo real.

—Están preguntando por ti. — Aquella voz rasposa, gruesa, aquel tono del cual no puedes descifrar sentimiento alguno; fueron un abrazo al alma, una caricia al corazón, un recordatorio de que la muerte ya no se aferraba a mi historia con fuerza.

— Un minuto más, solo te pido un minuto más. — Me aferré a sus brazos como si mi vida dependiera de ellos y así se sentía.

Gellert sacó su pañuelo y empezó a limpiar mi rostro, tratando de eliminar los rastros de sangre seca que se encontraban en él. Acarició mi mejilla y la cantidad de segundos que se tomó para besar mis labios se sintieron como una eternidad. En aquel instante, me di cuenta de que un beso es capaz de devolverte el ritmo cardiaco, de trasladar la calidez de la sangre a cada centímetro de tu cuerpo.

Un beso que te regresa a la vida, que te hace sentirte vivo y pleno es como un faro en medio del fin del mundo. Nos hace recordar lo fugaz de nuestra existencia.

Mi mente se sentía estancada en un momento, mis neuronas aún no transmitían la respuesta ante aquel impulso eléctrico. Observé su pecho ensangrentado, la rojez en sus ojos, el temblor de su cuerpo.

Estaba vivo, su corazón latía.

La sangre corría por sus venas.

— Terminó, niña. Ya terminó— Empezó a acariciar mi cabello.

— Moriste — Sentí mis ojos llenarse de lágrimas pero no había sollozo alguno que saliera de mi garganta.

— Y tú me trajiste de regreso. — Mi rostro descansaba entre sus manos, Gellert no tenía intenciones de cortar el contacto visual. — ¿Qué hiciste?

— Te dije que iba a matarla, te dije que iba a hacerla sufrir, a arrodillarse frente a mí y que su corazón dejaría de latir gracias a mí. El suyo se secó mientras el tuyo volvió a latir.

Gellert observó la entrada al patio principal.

— Tu hiciste todo eso. — Mi vista se posó en los cuerpos tendidos en el suelo, aquellos peones negros que nadie se atrevió a tocar y a aquella reina bañada en carmesí. — Estableciste el primer punto del triángulo de expresión. — Mis ojos se volvieron a posar en los suyos, en la contradicción de su alma, en el brillo que sus demonios le daban a mi espíritu. — Te soltaron la mano, Mía, acabas de abrir una puerta que no puedes cerrar.

— Moriste y ellos no escucharon mi suplicas.

— No voy a dejar que te repriman ¿me escuchaste? — Empezó a hablar mi amado con notoria desesperación — Tu vida en mis manos por siempre y para siempre, nadie más será dueño de ti. — En aquel momento no entendía sus sentimientos, el shock había quitado cada rastro de empatía en mí.

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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𝑨𝒃𝒅𝒊𝒕𝒐𝒓𝒚  [ Experiencia de RD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora