𝟮𝟭. 𝗠𝗢𝗡 𝗣𝗘𝗧𝗜𝗧 𝗣𝗥𝗜𝗡𝗖𝗘

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𝐌𝐨𝐧 𝐩𝐞𝐭𝐢𝐭 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞












«"Qué peligroso", pensó, "tener por fin algo que valga la pena perder".»











Los días después de la fogata pasaron más a menos que de costumbre, por dentro mis pensamientos siempre eran invadidos por hipótesis oscuras. Imágenes sobre lo que se aproximaba no dejaban de aparecer pero, por fuera me había vuelto nuevamente en aquella chica que miraba con picardía porque le divertía coquetear. Aquella muchacha que molestaba la comodidad de sus amigos porque no podía quedarse sentada en un solo lugar.

Tal vez me estaba muriendo en el interior pero no lo demostraría más.

Caminaba por el campo en busca de mis amigas, tenía la necesidad de disculparme por cómo me había comportado últimamente.

Las encontré sentadas en una colina. Me acerqué de manera cautelosa, las piernas empezaron a temblarme cuando noté que las tres chicas me estaban mirando fijamente.

— ¿Puedo? — Inconscientemente empecé a rascarme los dedos por la ansiedad que estaba asintiendo, puedo decir que soy buena con las palabras cuando se trata de escribirlas y de esconderme entre ellas. Cuando se trata de hablar soy un fraude, termino teniendo monólogos internos que no tienen ningún sentido antes de llegar al punto que me gustaría tocar.

— Por supuesto — Contestó Nahoma dejándome un lugar a su lado.

Me senté con lentitud, sabía que ellas esperaban una explicación.

— Hasta que te dignas a hablarnos — Intervino Brunet con sarcasmo tratando de aligerar el ambiente.

— Lo lamento, ustedes han sido mis mejores amigas desde que las conozco y se merecen mucho más aprecio de mi parte que el que les he dado — Bufé sin saber muy bien que decirles. — No he estado en mi mejor momento desde hace mucho y, si bien esa no es una excusa para tratarlas como si no las conociera, necesitaba estar lejos de mucha gente para poder calmarme.

— Somos amigas, si hay un problema lo hablamos. Así es como funcionan las cosas — Agregó la azabache.

— Lo sé, el problema ciertamente no es ustedes, era yo o más bien soy yo. Lidiar con problemas familiares más los problemas de la orden, tratar de mantenerme estable mientras siento que mi cabeza va a explotar. Lo lamento. —

— Cada uno lidia con sus problemas de la manera que cree más conveniente, si necesitas ayuda te la brindaremos en la medida que podamos pero solo podemos hacerlo si tú decides confiar en nosotras. Lo demás queda muy en ti — La rizada me miró de una manera despreocupada haciendo que mi ansiedad empezara a disminuir, yo confiaba en aquellas chicas, las consideraba parte de mi familia y por lo mismo sentía que contarles era llevarlas conmigo a la tumba.

Estuve tan metida en mi propio duelo que no me detuve a observar si es que ellas tenían alguno.

— Lo importante es que lo hablemos y arreglemos lo que pasa — La conversación siguió de una manera más privada, preferiría guardar a aquel momento netamente para mí si me lo permiten.

Después de dejar que me vieran llorar, en cuestión de minutos nuestra presencia volvió a ser la misma que antes. Tres chicas que, a veces, comparten la misma neurona y disfrutan de una extraña compañía.

Cuando estuvimos a punto de regresar al castillo me propuse hablar personalmente con la rubia.

— Vanessa ¿podemos hablar? — Pregunté deteniendo su camino. Las demás siguieron avanzando con la idea de encontrarnos nuevamente dentro del colegio. — Te debo unas disculpas más personales, perdón por ser tan infantil y no respetar tus deseos —

𝑨𝒃𝒅𝒊𝒕𝒐𝒓𝒚  [ Experiencia de RD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora