CAPÍTULO 3

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Martes

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Martes. Las doce y media de la mañana. El tintineo de la puerta.

Estaba en el almacén dejando unas cajas que habían llegado.

Escuché a Jennifer hablar.

-Buenos días, si necesita cualquier cosa, puede hablarme a mí o a mi compañera.

-Estoy...buscando a su compañera.

Reconocí su voz al instante.

Y sonreíste al instante.

Jennifer se acercó a mi.

-Te busca...una clienta.

-Ya. Creo que tiene una obsesión conmigo-dije yendo hacia la pelinegra.

-He vuelto.

-He sido bendecida con tu presencia
otra vez.Si.

Sonrió.

-No me ha gustado el libro.

Esta chica iba a libro por semana o que. Era prácticamente imposible.

-Vaya. Qué pena. Pensaba que tu mal gusto tenía cura pero me equivocaba.

-Me tienes que regalar el libro que yo quiera.

Negué con la cabeza.

-Ese no fue el trato, te tengo que regalar un libro.

Frunció el ceño.

-Pero...

No dejé que acabara la frase. Fui hasta un estante y cogí un libro. Volví hasta ella y se lo dejé en la mano.

Miró el libro, me miró a mi y volvió a mirar el libro.

-Es una...una biblia.

-Tardarás más de una semana en leerla, ten un buen día-dije con una sonrisa y me alejé de ella.

Escuché sus pasos detrás de mi.

-Tú me estás vacilando-aseguró.

Me giré para mirarla.

-No. De verdad espero que tengas un buen día.

Volvió a escaparse una risa de sus labios como la semana anterior.

-Joder, Harper, me estás desesperando. ¡No quiero una biblia!

-Dime tu nombre.

Cambió su expresión radicalmente a una de incredulidad.

-¿Qué?-preguntó.

La sincronización de nuestros latidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora