CAPÍTULO 14

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-¿Eres el hermano de Kim?-pregunté observando sus rasgos con detenimiento

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-¿Eres el hermano de Kim?-pregunté observando sus rasgos con detenimiento.

Para ser sincera, físicamente se parecían bastante, podrían perfectamente ser la fantasía sexual de algunas personas bisexuales.

-¿Te ha hablado de mí?-preguntó observando a su hermana- Esta noticia es nueva.

Enseguida entendí que había algo que no estaba captando de aquella conversación, cuando miré a Kim noté que su cuerpo estaba tenso, miraba con una seriedad a su hermano que no solía verse en ella, esto me puso en alarma, automáticamente mi cuerpo se volvió rígido.

-Soy Hyun-se presentó mientras cogía mi mano y dejaba un beso en ella.

Has recibido un beso del hermano que no era, pringada.

-Harper-respondí, algo incómoda por el exceso de contacto.

-Estamos cenando, Hyun-intervino Kim.

-Yo no molesto, ¿verdad Harper?-preguntó con sus ojos clavados en mí.

-En realidad...nos gustaría algo de intimidad.

Eso es, tu gánate al cuñi.

Su mirada fue hasta Kim, ella se limitó a encogerse de hombros y señalar la puerta.

-Muy bien, como queráis-dijo no muy conforme.

Cuando por fin nos quedamos solas no pude evitar preguntar:

-¿No tenéis una buena relación?

Soltó un suspiro como si el solo pensarlo la dejara agotada.

-No mucha, es complicado.

-¿La situación o él?

Dudó un segundo.

-Él.

Asentí mientras volvía a comer, una parte de mí quería saberlo todo, otra respetaba la posibilidad de que no quisiera hablar de ello.

-Mi hermano tiene la costumbre de aparecer y desaparecer, solo vuelve cuando necesita dinero, mi padre ya está agotado, trabaja de repartidor, no le da para complacer los caprichos de Hyun.

La escuché poniendo toda mi atención en ella, parecía tan angustiada que se me encogió el corazón. Pensé en su madre, nunca me había hablado de ella, tampoco iba a preguntarle, quería que ella me contara lo que la hiciera sentir cómoda.

-¿No podéis no darle dinero?-pregunté con cautela.

-Lo intentamos una vez, no salió muy bien-sacudió levemente la cabeza-, no hablemos de esto, ¿cómo estás?

Mi respuesta automática era responder "bien", pero después de pensarlo bien, me pareció que lo justo después de que sincerara conmigo era hacerlo yo con ella.

La sincronización de nuestros latidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora