(acuérdate de votar e ir comentando, muak disfruta)
Era viernes, nos tocaba turno de mañana. En estos días no había podido ver a Kim, pero si que estuvimos hablando por mensajes. El móvil vibró cuando la pelinegra me mandó una foto de un sándwich que no se veía muy apetecible.
Kim: Creo que quieren envenenarme, ¿qué opinas?
Harper: Iré a comprar una corona de flores para tu funeral.
Kim: Espero que te pongas un vestidito negro ajustado.
Harper: Eres una pervertida hasta muerta
Kim: Si te pones ese vestido te aseguro que reviviré.
Harper: Entonces no sé si me compensa, tengo que hacer inventario, te hablo luego Kim.
Dejé el móvil y empecé a llevar cajas al almacén, Jennifer estaba ahí revisando libros. Luke llevaba días sin pasarse, ahora que había decidido ir a las clases no tenía mucho tiempo para venir, se me hacía raro no tenerlo hablando sin parar o sacando de quicio a Jennifer.
-Me han invitado a una fiesta esta noche-comentó mientras colocaba libros.
-Que bien-respondí.
-Había pensado en que podíamos ir todos.
La miré unos segundos y me encogí de hombros, sabía que esos ambientes no me gustaban mucho.
-Seguro que a Kim le apetece-insistió Jennifer.
Apreté la mandíbula.
-Si os apetece a todos podemos ir.
Sonrió, satisfecha, mientras yo rezaba mentalmente por que no quisieran ir. Últimamente estaba siempre rodeada de personas y no sabía si eso me estaba gustando mucho.
No me malinterpretéis, me agradaba pasar tiempo con Kim, Luke y Jennifer, pero me estaba empezando a sentir...¿invadida? ¿eso tiene sentido? Probablemente no.
Cuando el tintineo de la puerta sonó, Jennifer se asomó para atender al cliente.
-¡Jefa!-exclamó.
Genial, mi madre.
Nuestra relación se había resentido bastante desde la pequeña discusión, solo nos saludábamos por las mañanas o manteníamos conversaciones de no mas de dos minutos.
-Hola, Jennifer, venía a hablar contigo.
Ella salió del almacén con velocidad, me apoyé en el marco de la puerta mirando la situación.
-Si, claro, lo que necesites, ¿me va a despedir?-una expresión de agobio apareció en su rostro.
Una leve risa salió de mi madre, que negó levemente con la cabeza.
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La sincronización de nuestros latidos
Teen FictionEntra todos los martes. A veces solo mira y a veces compra un libro. Tiene mal gusto para elegirlos. Sabe sacarme de quicio. Su pelo es negro. Su risa es dulce. Y es absolutamente inalcanzable.