CAPÍTULO 16

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Era viernes, nos tocaba turno de mañana. En estos días no había podido ver a Kim, pero si que estuvimos hablando por mensajes. El móvil vibró cuando la pelinegra me mandó una foto de un sándwich que no se veía muy apetecible.

Kim: Creo que quieren envenenarme, ¿qué opinas?

Harper: Iré a comprar una corona de flores para tu funeral.

Kim: Espero que te pongas un vestidito negro ajustado.

Harper: Eres una pervertida hasta muerta

Kim: Si te pones ese vestido te aseguro que reviviré.

Harper: Entonces no sé si me compensa, tengo que hacer inventario, te hablo luego Kim.

Dejé el móvil y empecé a llevar cajas al almacén, Jennifer estaba ahí revisando libros. Luke llevaba días sin pasarse, ahora que había decidido ir a las clases no tenía mucho tiempo para venir, se me hacía raro no tenerlo hablando sin parar o sacando de quicio a Jennifer.

-Me han invitado a una fiesta esta noche-comentó mientras colocaba libros.

-Que bien-respondí.

-Había pensado en que podíamos ir todos.

La miré unos segundos y me encogí de hombros, sabía que esos ambientes no me gustaban mucho.

-Seguro que a Kim le apetece-insistió Jennifer.

Apreté la mandíbula.

-Si os apetece a todos podemos ir.

Sonrió, satisfecha, mientras yo rezaba mentalmente por que no quisieran ir. Últimamente estaba siempre rodeada de personas y no sabía si eso me estaba gustando mucho.

No me malinterpretéis, me agradaba pasar tiempo con Kim, Luke y Jennifer, pero me estaba empezando a sentir...¿invadida? ¿eso tiene sentido? Probablemente no.

Cuando el tintineo de la puerta sonó, Jennifer se asomó para atender al cliente.

-¡Jefa!-exclamó.

Genial, mi madre.

Nuestra relación se había resentido bastante desde la pequeña discusión, solo nos saludábamos por las mañanas o manteníamos conversaciones de no mas de dos minutos.

-Hola, Jennifer, venía a hablar contigo.

Ella salió del almacén con velocidad, me apoyé en el marco de la puerta mirando la situación.

-Si, claro, lo que necesites, ¿me va a despedir?-una expresión de agobio apareció en su rostro.

Una leve risa salió de mi madre, que negó levemente con la cabeza.

La sincronización de nuestros latidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora