CAPÍTULO 19

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Kim

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Kim.

Giré mi cuello, una chica alta, de pelo castaño recogido en una coleta alta, llevaba un traje de chaqueta y unos tacones que solo la hacían más alta.

Miré a Harper, su expresión corporal había cambiado por completo, se había puesto recta, su cuerpo estaba rígido y estaba seria. Mierda.

-Si, mucho tiempo-respondió con dureza.

¿Quién coño era esta chica?

Ella sonrió como si no hubiera notado la actitud de Harper hacia ella.

-Estás muy diferente, muy guapa.

Fruncí levemente mi ceño, la mandíbula de la pelirroja se tensó.

-Ya-dijo, sin más.

Su sonrisa se amplió más, me miró directamente a mí.

-Hola, linda-ese "linda" no sonó muy agradable.

-Hey-saludé, junto con un movimiento de cabeza.

-¿Tú eres...?-preguntó, arqueando la ceja.

-La chica a la que le estás interrumpiendo la cita-respondí.

Pensé que mi comentario haría reír a Harper, pero no, su mirada estaba clavada en la chica castaña, estaba tan seria que consiguió intimidarme hasta a mí.

-¿Cita?-volvió a mirarla a ella- Vaya, Harper, como cambian las cosas.

La pelirroja carraspeó para aclarar su garganta.

-¿No la has escuchado? Nos estás interrumpiendo.

-Si, claro, os dejo tranquilas.

Seguí su recorrido mientras se alejaba hasta que la perdí de vista. Volví a centrarme en Harper, se estaba rascando el brazo, eso era una señal de ansiedad, yo también lo hacía.

-¿Quieres algo de postre?-pregunté, despacio.

-Quiero irme.

Asentí mientras me levantaba, empezaba a conocerla, a saber como iba a reaccionar, no la culpaba, por algún motivo siempre que se sentía a la defensiva levantaba un muro que impedía el poder hablar o razonar con ella.

Imitó mi gesto, después de pagar la cena fuimos en silencio hasta el coche.

-Espero que la cena haya sido...lo que esperabas-dije mientras arrancaba.

Harper, a mi lado, apretaba sus puños mientras miraba fijamente un punto fijo, su respiración era irregular.

-Si-consiguió decir.

No quise decir nada más, eso no la ayudaría. La llevé hasta su casa, antes de que se bajara del coche intercambiamos una mirada, supe descifrarla al momento, me estaba pidiendo perdón, en respuesta formé una leve sonrisa, no pareció conforme, pero cerró la puerta y entró en su casa.

La sincronización de nuestros latidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora