Kim
Suelo estar despierta antes de que me despierte la alarma, es algo que al principio me molestaba pero ahora me permite tener unos minutos de calma antes de que el desastre al que llamo vida empiece.
Cuando "Paper rings" de Taylor Swift empezó a sonar estiré el brazo para llegar a la mesita de noche y pararla. Las seis de la mañana, mis clases empezaban a las ocho y media pero antes de eso tenía varias cosas que hacer.
La primera, era darme una ducha fría, no tardaba más de cinco minutos y me dejaba muy despierta. Después me vestía, vaqueros negros rotos, top negro básico y una camisa de cuadros roja y negra, cuando el conjunto no me parecía suficiente llenaba mis cuellos con finas cadenas de plata.
Me miraba en el espejo mientras cepillaba mi lacio y oscuro pelo, tuve que maquillar mis ojeras, ya empezaban a notarse demasiado y era algo que no me gustaba especialmente.
Otra cosa que tenía que hacer cada mañana era el café a mi padre, se levantaba media hora más tarde que yo y siempre me decía que a él no le salía tan bien como a mí, así que empecé a dejárselo preparado. No solía desayunar mucho, un vaso de zumo de piña y unos rollitos de huevo que había preparado mi abuela, según me explicó era algo que se desayuna en Corea.
Mi abuela vivía a unas calles de mi casa y una de las cosas que hacía antes de ir a clase era verla y hacerle compañía. Antes de salir para mi destino cogí una mochila marrón, normalmente llevaría en ella las cosas para la universidad pero aún seguía sin atreverme a ir, y si, lo sé, podría levantarme más tarde entonces, pero mi familia es muy rutinaria y levantarme a las siete arruinaría todos sus horarios.
En mi bonita mochila solo guardé el libro que Harper me regaló la semana anterior, estaba a punto de acabarlo, justo a tiempo para hacerle la visita de los martes.
Caminé a paso ligero hasta casa de mi abuela, probablemente ella fuera de mis personas favoritas en el mundo, siempre tenía historias que contar, preguntas que hacerme, su simple compañía ya era más que suficiente.
Abrí la puerta de su piso con la llave que ella misma me dio, mientras lo hacía avisaba de mi llegada con un "joh-eun achim halmeoni, jeoneun gim-ibnida" la traducción al castellano es "Buenos días abuela, soy Kim". Cada vez hablábamos más en castellano, aprendía rápido.
Fui hasta el salón donde se encontraba en su sillón individual beige, era una mujer de ochenta años, su pelo estaba de un gris blanquecino por el paso del tiempo, sus ojos rasgados, más que los míos, era bajita, regordeta y con una dulce sonrisa.
-Buenos días, Kim-me saludó, diciendo la frase despacio, intentando traducir en su cabeza cada palabra.
Dejé un beso en su cabeza y me senté en el sofá de su pequeño salón, en él no había muchas cosas, una televisión vieja,varias baldas con vasijas antiguas y unos muebles llenos de fotos de todos los miembros de mi familia.
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La sincronización de nuestros latidos
Teen FictionEntra todos los martes. A veces solo mira y a veces compra un libro. Tiene mal gusto para elegirlos. Sabe sacarme de quicio. Su pelo es negro. Su risa es dulce. Y es absolutamente inalcanzable.