CAPÍTULO 21

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Cuando nos despedimos de las chicas la acompañé hasta su casa

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Cuando nos despedimos de las chicas la acompañé hasta su casa. Ni siquiera nos cogimos de la mano, algo me decía que estaba molesta conmigo.

Ese "algo" se llama sentido común, Harper.

-Buenas noches, Harper-me dijo, sin mirarme.

Puse una mueca.

-Buenas noches, Kim.

Me di la vuelta y caminé con velocidad, sentía un dolor en el pecho que era insoportable, dios, ¿por qué dolía tanto?

Entré en casa intentando no hacer ruido. Cuando por mi estaba en mi habitación me dejé caer en la cama, mis párpados empezaron a pesar por el cansancio, en apenas unos minutos acabé completamente dormida.

-Te juro que no te estoy vacilando-repite Luke por decimosexta vez.

Estábamos por la noche, en el bar de siempre, Luke, Kim, Dafne y una tal Michelle.

-Luke, no me creo que hicieras un pis de treinta segundos.

Se pasó las manos por la cara desesperado.

-¡Que es verdad! ¡Me asusté y todo!

Dafne empezó a reír mientras negaba con la cabeza, Luke la miró rápidamente.

-¿A que tu me crees?

-Pues claro, cielo-respondió ella, después dejó un beso en su mejilla.

La sonrisa de Luke me dejó claro que ella le gustaba, por dios parecía idiota.

Miré a la pelinegra que tenía a mi lado, no sé si eran impresiones mías pero la notaba lejos, eso no me gustaba nada.

-Oye-dije en voz baja para captar su atención.

Giró su cuello encontrando sus ojos oscuros con los míos.

-Hoy estás muy guapa, solo era eso-aparté la mirada avergonzada al escuchar las palabras que salieron de mi boca.

-Gracias-respondió volviendo a mirar al frente.

Si, algo le pasaba, sin duda. Mi pierna empezó a subir y bajar por los nervios.

-¡Chicos!-reconocí al instante la voz de Jennifer.

Miré a Kim al instante, con todo lo de la dictadura de Jennifer me incomodaba mucho tenerla cerca. Se suponía que no vendría.

-Tenéis que hablar las cosas-dijo Kim.

Traidora.

Mi expresión se volvió seria.

-¿Me has hecho una encerrona?

Se encogió de hombros, no fue capaz de aguantarme la mirada mucho tiempo.

-Yo no tengo nada que hablar con mi jefa-me levanté para largarme cuanto antes- y en caso de tener que hacerlo, no va a ser por decisión de otros.

Salí de ahí sintiendo como mi cabeza empezaba a saturarse. No sé en que momento pensaron que sería una buena idea.

La sincronización de nuestros latidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora