Era todo sencillamente un descontrol, Lucifer caminaba de un lado a otro en su oficina, murmurando maldiciones a la raza humana por darle tanto trabajo, la Segunda Guerra Mundial se avecinaba, lo sabía porque hacía mucho desde que no tenía el escritorio literalmente cubierto de papeles.
-Van a acabar conmigo antes que con ellos mismos- se quejó tomando el primer informe, cuanto más tardase, más estarían de charla con San Pedro y sabía lo irritante que podía llegar a ser, se apiadó de los primeros 100, rellenando lo necesario y derivándolos al lugar que creyó oportuno. Al terminar con el centésimo decidió que si iban al infierno era por algo, podían quedarse un día hablando o gritando a San Pedro, la segunda opción hasta resultaba reconfortante.
Salió de su oficina, saturado, malhumorado y hambriento, por el momento el último problema tenía una solución sencilla, los otros dos a saber.
Se escabulló sin ser visto hacia la cocina, a esa hora los cocineros estaban en un largo descanso de hora y media, bajó los peldaños que separaban los pisos 4 y cinco, dio un leve frenazo sobre la alfombra rojiza, aprovechando la inercia para girar sobre sus talones y seguir bajando.
Tardó unos pocos minutos en llegar a las cocinas de la primera planta, para ir más seguro, se quedó en las escaleras y envío a la pequeña serpiente que se ocultaba en su sombrero. En ese entonces la llevaba oculta bajo el sombrero ya que el animal tenía la mala costumbre de dormirse sobre su cabeza.
Acercó la cabeza a sus labios y susurró algo en hebreo, lo repitió en griego y luego en latín, por último en inglés.
-Go to the kitchen and take three apples and some cookies for me, you can eat every mouse that you se in the floor- (Ve a la cocina y toma tres manzanas y algunas galletas para mi, tú puedes comer cada ratón que veas por el suelo)
Luego besó con cariño la diminuta y escamosa frente del animal, por último dejó al reptil en el suelo, viendo cómo iba reptando hacia la cocina. Estuvo esperando unos 10 minutos cuando una voz conocida lo sorprendió.
-Hola cariño- saludó ella, tan amable y suave como siempre, era sencillamente perfecta para él, eso lo molestaba.
Pero debía seguir aparentando.
-Hola amor mío- saludó el rey, acercándose a su mujer para besar sus labios suavemente.
Ella rio al separarse, como siempre fue, era y sería si seguían de esa manera, él la quería, no lo negaría porque no le gustaba mentir, pero no de esa forma. No creía poder volver a sentir esa atracción por su mujer, por su una vez amada Lilith, a quien le confió todo en un testamento que, tal vez y solo tal vez, modificaría en algún punto de la eternidad. En el momento estaba centrado en otra cosa, la respuesta que se obtendría de él sería un sencillo "el testamento me importa entre la cantidad de cerebro que tiene el humano promedio que recibo y la del inusual caso de niños que no llegaron a nacer, es decir: entre poquísimo y nada".
Él era así, Lilith lo amaba así, su hija lo quería así, tal vez algún otro demonio lo apreciase siendo como era en algún despiste que tenía de vez en cuando, lo admitía, cuando estaba muy cansado no sabía guardar tan bien las formas, aunque eso no hacía que impusiera menos.
Recordó brevemente la vez en que, cuando uno de los diablillos fue a buscarle a su oficina para aconsejarle que fuera a dormir, se le escapó un pequeño chiste sobre la "gran guerra" (actual Primera Guerra Mundial).
-"me iré a la cama en cuanto el archiduque tenga menos de 8 agujeros en el cuerpo"- fue exactamente lo que dijo, luego se llevó las manos a la cara y escuchó como el sirviente trataba de contener la risa -"...voy en un rato, perdón"- cedió.
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Jazz and apples (appleradio) (Editando)
Fanfiction-Yo, el demonio de la radio, el temido Alastor.....¿sintiendo de nuevo?....No, jamás, así me extirpe el corazón y me arranquen las entrañas, nunca más te volveré a ver esos ojos esmeralda que tanto me hipnotizan, ni esos labios pálidos que tantas ga...