26: Problemas en el "paraíso"

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Alastor de alguna forma de había recuperado del ataque de Sir Pentious en tiempo record, al día siguiente ya estaba trabajando nuevamente y podía hablar un poco.

-Será el metabolismo- intuyó una enfermera, que más que enfermera parecía doctora, pero no le permitieron ese puesto por cuestiones de género.

El día que salió del hospital se lo pasó casi entero haciendo de maniquí para que Portnoyr comprobase si el traje tenía las medidas adecuadas.

No recordaba aún a su atacante y presentaba cierta perdida de memoria, al parecer efectos secundarios del veneno. No le dio mucha importancia.

-¡Perfecto!- dijo la Overlord -vaya, te ves bien en rojo, pero en morado estás divino- aseguró sonriendo.

-Gracias querida, pero me sigo quedando con el rojo-

-No mañana- sentenció ella, sonriendo.

-Vale, vale- cedió -mañana iré "divino" en morado...aunque, ¿No debería ser lo opuesto?-

-¿Por qué lo dices?-

-Estamos en el infierno, no hay divinidad aquí abajo-

Portnoyr rió suavemente y negó, le gustaban los chistes tontos de Alastor.

-Supongo- cedió -pero no tenemos por qué ir acorde a todo aquí abajo- puntuó mientras le ajustaba la corbata.

-...sigo pensando que sería mejor una pajarita- la contraria tiró de la tela de la corbata hasta que el locutor quedó más cerca de ella, encorvado y con el rostro a escasa distancia del ajeno.

-Me gusta más la corbata- sus labios rozaron de forma provocativa los del contrario -es más fácil manejarte-

Lo soltó y se dio la vuelta para volver a sus cosas, dejando a Alastor con una cara de indignación absoluta.

-Traidora- acusó haciendo una mueca.

-No le digas eso a la persona que puede cambiar tu traje para que se te caigan los pantalones espontáneamente- aconsejó, al parecer su argumento bastó para que Alastor se callase -eso mismo, ahora te recomiendo que vayas a hacer tus cosas, mañana va a ser un día largo y no creo que volvamos al menos hasta las tres de la mañana-

Alastor asintió, manso como una oveja, y fue a su habitación a prepararlo todo.

Fue cuando se vio al espejo horas después, en un traje que no era de su color, probando peinados que pretendían agradar a otros...

-...oh joder- murmuró al verse a sí mismo tan retorcido en tan sólo unos años.

Su cara fue de horror absoluto, y lo primero que hizo fue quitarse el traje y dejarlo en cualquier lado. ¿Desde cuándo le importaba lo que la gente dijera o pensase? ¿Desde cuándo tenía que agradar a alguien?

Finalmente pareció enfurecido, y se le vino una idea a la cabeza.

"Tal vez en la fiesta" reflexionó, y de nuevo pensó, "¿Desde cuándo me interesan las fiestas?" Había cambiado más de lo que pensaba.

-A la mierda- murmuró entre dientes, se puso una ropa adecuada y buscó bajo la cama hasta dar con un cuchillo.

Era más fácil robar uno de la cocina sin que nadie se diera cuenta que tener que estar unas largas y tediosas horas rellenando papeleo para poder tener uno legalmente en aquella mansión.

Lo escondió en su ropa y subió a la habitación de ella, sabía de memoria su rutina, y ahora estaría preparándose para darse un baño.

Entró sin llamar y la vio sacando algo de ropa del armario, cuando se giró a verlo, notó la ira en su rostro, y apenas tuvo tiempo para reaccionar cuando trató de apuñalarla.

Portnoyr lo esquivó exitosamente, esa y otras tantas veces.

-Alastor, cálmate- exigió algo lejos del pecador.

-¡Deja de decirme qué hacer y qué no!- replicó antes de lanzar el cuchillo con expertitud, si ella no se hubiera agachado a tiempo, el arma le hubiera atravesado el cráneo.

-¿No se te ocurre que podemos hablar esto sin tanta agresividad de por medio?- preguntó con toda la calma del mundo, agarró el cuchillo y se acercó a él.

Alastor quiso gritarle todas las barbaridades que se le pasaron por la cabeza, quiso romper y destrozar todo, sin importar a que precio. Tal vez por eso su pelo acabó de teñirse de rojo casi por completo.

Para su sorpresa, ella le ofreció el cuchillo.

-Alastor- llamó -sí de verdad quieres matarme, adelante, entiendo que tendrás tus motivos y de todas formas el papeleo ya está hecho...pero sabes que en realidad no es lo que va a solucionar lo que sea que te pase-

El locutor agarró el cuchillo y le tembló el pulso, apretó los labios sin dejar su siempre presente sonrisa y lo alzó para clavárselo. No obstante no pudo hacerlo.

No había nada que lo detuviera, Portnoyr no se resistía y él tenía todas las de ganar en ese instante.

"¡Vamos, ya la tienes!" Decía la mitad de su ser "¡No puedes hacerle esto!" Decía la otra, estuvo horas intentando hacerlo, pero sin resultado.

En vista de lo que sucedía, ella lo besó con gentileza, apartando el cuchillo que horas atrás Alastor trató de clavarle, y el locutor lo sintió, porque no se apartó, no lo habría hecho ni aún fuera del estado de shock. 

Cuando se separaron, ella le acarició la mejilla.

-¿Quieres hablar ahora?-

Él quedó en silencio, negó y se fue, encargándose de mantenerse ocupado el resto del día.

Temía perderse de nuevo.

Perder la cabeza y no saber nada cuando lo sabía todo. Era como estar metido en una habitación con tus pensamientos y recuerdos en la que no cabe más de una persona. Una habitación oscura y estrecha, en la que no podía controlar nada del exterior.

Al día siguiente, fue a la fiesta con un traje que le hizo Rosie, y tan sólo asistió por una inofensiva apuesta.

-El coche está abajo Al- advirtió la Overlord, pero él había decidido no hablar con ella, así evitaría perderse.

El silencio que se formaba siempre era o incómodo o deprimente...o ambas. Al ciervo no pareció importarle, no obstante, a la costurera parecía deprimirla un poco al menos.

Nadie dijo un "llegamos" ni nada similar cuando el coche se detuvo.

Alastor se bajó del vehículo y no esperó por la contraria.

Cada quien fue por su lado.

Jazz and apples (appleradio) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora