ⅩⅩⅠⅤ | El Testeo: Catástrofe

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Mucho más allá de los límites del complejo, una multitud de reporteros rodeaban una zona clausurada por la Policía de Atlas y no dejaban de fotografiar como el Doctor Hisawa, junto a los Principales Watson y Hubert, llegaban a la escena.

—Solo encontramos tres cuerpos, Doctor. Los hemos identificado como August Jones, el chofer del vehículo, y Marta Brown y William Brown, padres de la recluta desaparecida.

—¿No hay rastros de Meg? —preguntó el Principal Watson, preocupado.

—Ni uno, Doctor. Todo indica que ha sido un secuestro.

El Doctor torció los labios y vio como el Principal Nilam, quien llevaba varios minutos en la escena, estaba de cuclillas, viendo en silencio los cuerpos sin vida de los padres de Meg. Sus cuerpos estaban perforados por decenas de gruesos agujeros. Lo único que los hacia reconocibles eran sus desfallecidos rostros, intactos.

—¿Y qué me dices de la otra escena? ¿Alguno de aquí ha estado allá? —preguntó el Doctor, acercándose a los cuerpos, y Nilam se levantó.

—Acabo de mandar a Dai para allá. Yo estuve allí antes. Son las mismas heridas que presentan Bessie Bauer, su asistente y escoltas. Las hizo Black Spear —dictaminó, colérico—. Ese endemoniado monstruo se salió con la suya, otra vez.

El Principal Nilam suspiró frustrado.

—Si tan solo no hubiera perdido el tiempo buscando a Quinn, el secuestro del ministro no hubiera sucedido —murmuró, aún viendo los cadáveres—. Me faltó decisión. Hasta el Director Hess tuvo más iniciativa que yo. ¿Cómo un político le gana a un aditheo en decisión?

—El Director Hess no es solo un político, es el jefe del departamento de policía. Siempre ha sido alguien intrépido y con muchas ganas de tomar el mando, sin importar como —comentó el Principal Hubert.

—¿Dondé está Birsch cuando se le necesita? —murmuró el Doctor, viendo a su caótico alrededor— Necesitamos a alguien con su buen olfato para que nos diga más de esto.

De repente el fuerte grito de alguien hizo presencia y los cuatro Principales vieron como un alterado Presidente Vaangs 'siendo bombardeado con flashes cuando arrancó las cintas amarillas de la zona clausurada para acercarse apresurado hacia el Doctor, mientras un montón de imponentes guardaespaldas intentaban seguirle el paso.

—¡Tadashi Hisawa! —le gritó el Presidente, con sus ojos verdes casi saliéndose del rostro.

—¡Presidente Vaangs! ¿Qué hace aquí? Orden que todos los invitados fueran evacuados por la Fug-

—¡Callese y escúcheme bien! ¡Considera todo lo que necesites como tuyo! —proclamó el presidente, escandalizado, y lo tomó de los hombros— ¿Quieres información? La tendrás. ¿El Ministerio de Interior? Todo tuyo. ¡Te daré la nación misma si es preciso! ¡Lo que sea para que seas capaz de atrapar a los responsables de tal humillación!

—Eso lo podemos hablar después, Richard. Ahora debemos intentar ayudar en lo que podemos. Dai está a salvo. El Principal Hicks ya tuvo que haber llegado con la Sra. Bauer. La encontraron con pulso leve, tal vez ella pueda sobrevivir.

—¡Eso no interesa! ¡Uno de mis ministros fue secuestrado! ¡No quiero que Black Spear esté atemorizando ni a mis aliados ni a mis ciudadanos! ¡Como mi predecesor, dejaré todo en tus manos!

Cuando Dai apenas llegaba a la segunda escena del crimen, y pasaba debajo de las barreras que había puesto la policía, lo primero que vio fue como el Principal Hicks daba orden a sus subordinados, corriendo con maletines y camillas por doquier.

—¡Recojan a Bessie primero! ¡Vamos, vamos, vamos! —gritó el Principal— ¡Inyecten el plasma a todos los que esten en camilla y sáquenlos de aquí! ¡No hay tiempo que perder!

El Destino de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora