Ⅴ | Primer Día, Primera Prueba

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—¿Estos son los candidatos que crees que les ganaran a los míos? —preguntó la Principal Dai.

—No lo creo. Yo sé que les ganaran —contestó el Principal Nilam.

Cuando la Principal Dai depositó su bandeja de tacos en la mesa y se sentó a su lado, el Principal Nilam rodó los ojos.

—¿En serio? ¿No puedes sentarte en otro lado? —pregunto de mala gana.

—Son las tres de la tarde. La hora pico de la cafetería. Si me siento contigo, los investigadores tendrán más espacio.

—Dai. La cafetería está vacía. Somos los únicos aquí.

La Principal vio a los alrededores. La cafetería, tan blanca como un fuerte resplandor, tenía todas las mesas flotantes de acero a la espera de comensales, exceptuando la del Principal Nilam y sus candidatos.

—Que raro... ¿Dónde estarán todos?

—Pasando hambre afuera. Deshabilité los elevadores y puse guardias en cada entrada para que nadie entrara a molestarme mientras almuerzo.

—Y te funcionó tan bien —sonrío Dai—. Valentino, Deven, sientense. Tengo que alimentarlos con la mejor de las comidas.

—Les estás dando tacos...

—Los mejores de los tacos. Ahora dime, ¿entonces fue por ti que nos quedamos atrapados en el elevador?

Los Principales comenzaron a conversar en murmullos cuando los candidatos de Dai se sentaron. Deven se sentó a la izquierda de Atticus. Valentino junto a Evelyn, en la única cabeza disponible de la mesa.

—De nuevo vuelves a mi, cariño —le dijo el italiano, a modo de saludo.

Evelyn soltó un suspiro, unido a una cansada sonrisa, y se volteó hacia él.

—"Cariño". No se si te diste cuenta, pero fuiste tú quien vino hacia mi.

—Y lo haría un millón de veces.

Deven clavó sus ojos en como Valentino besaba la mano de su flor.

«Este malnacido... —penso, viendolos hablar entre sí— ¿De donde la conoce este idiota? ¿Por qué hablan cómo amigos? ¿Serán amigos? ¿Más que amigos?»

—Entonces él es tu compañero —dijo Evelyn.

Cuando ella habló hacia su dirección, Deven se dio cuenta de dos cosas. La primera de ellas era que le agradaba su voz. Estaba seguro que, si la escuchara decir su nombre, se derretiría de los nervios. La segunda de ellas fue que, durante todo el tiempo que pensaba sobre ellos, inconscientemente no apartó su mirada de ella,  y ella se dio cuenta.

La vergüenza le subió a las mejillas y, chistando, apartó su rostro de mala gana.

—Entonces ella es tu compañera —dijo Deven, con algo de molestia. Atticus río por lo bajo.

—Te lo dije, Deven. Eres un desgraciado.

Su conversación fue lo suficientemente alta como para que Evelyn escuchara, enarcando una ceja al girarse hacia Valentino. Él solo se encogió de hombros.

—Es un plebeyo. Un tal "Daven".

—Deven —lo corrigió él, de mala gana.

—No le des mucha atención. Damela a mi, y dime, ¿cómo ha ido tu día?

—¿Tú cómo crees? —sonrío— El Doctor te resume buena parte de él. Amenace a un investigador e hice que me trajera a Evans. Sabes que él es el abogado de mi familia, confiamos en él, pero hacerme repasar tres veces el contrato de la Corporación lo considero una exageración —se quejó—. Por otro lado, está mi Principal y mi compañero. Atticus —Evelyn lo señaló, para introducirlo, pero Valentino no hizo ni un amago de saludarlo—, es bastante "interesante". El Principal Nilam... Bueno, él es un tipo malhumorado, amargado, y con una actitud prepotente y mordaz. Además, no tiene nada de paciencia y se irrita por todo lo que le digo. Nos amenazó con degollarnos... En conclusión, me cae bastante bien.

El Destino de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora