Quincuagésimo cuarto capítulo

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[No quiero que te vayas.]

Pov Hawks

Estaba en mi casa, ya era tarde y solo esperaba a que una persona llegara. Cuando escuche golpes a la puerta me acerqué y la abrí, dándole paso a él. Nos quedamos callados y solo me quedé mirando como él se quitaba el abrigo que siempre llevaba puesto. Parecía agotado y lo entendía. Se tiro en el mueble, soltando un largo suspiro.

— ¿Como va todo por allá? —pregunté.

Él tenía su cabeza echada hacia atrás y sus ojos cerrados.

— Bien, hasta ahora no sospechan nada —respondió.

Camine hasta estar frente al sofá.

— ¿Como lo sabes? —quería estar seguro.

Él soltó una corta risa y me miro con sus ojos entrecerrados, mostrando obviedad.

— No hay manera de que ellos hablen y yo no escuche, estoy en todas partes, si ellos hubiesen tenido una conversación extraña, lo sabría —jactó, orgulloso.

Giré los ojos con una sonrisa en mis labios sin poder evitarlo.

— Arrogante —dije.

Él se encogió de hombros, cerrando sus ojos de nuevo. Verlo de esa manera, tan seguro y relajado a pesar de todo, lo hacía ver más atractivo a mí parecer.

— ¿Sabes si ella ya salió de ese lugar? —pregunté, cambiando mi semblante a uno más triste.

— Aún no, vi al rubio entrando al lugar y saliendo sin ella otra vez —respondió, quedándose en la misma posición.

Suspire y no sabía si era de alivio o tristeza. Me hacía feliz que no me había visitado aún por estar ahí metida y no porque no haya querido, pero a la misma vez, ya quería que la sacaran de ese lugar sin importar si me quería ver o no. Entendía su odio hacia mí y sabía que era algo que no cambiaría fácilmente. Cerré mis ojos por unos segundos y cuando los abrí, volví a mirarlo. Me acerqué a él y después de dudarlo decidí sentarme sobre su regazo. Sus párpados subieron con lentitud y sus ojos azules chocaron con los míos.

— Keigo —me llamo por mi nombre en forma de advertencia.

— Touya —lo imité.

Suspiró, intentando no molestarse por llamarle por su nombre.

— No me llames así —se quejó.

— Tú me llamas por mi nombre, haré lo mismo cada vez que lo hagas —discutí.

— Sabes que no me gusta —sus cejas se fruncieron con levedad.

— Dabi, ese es tu nombre —acuné su rostro entre mis manos— deja de pensar en tu padre y en todas esas cosas y solo piensa en ti. Ese es tu nombre, no el de tu padre y no tiene nada que ver con tu familia, cuando decidas por fin dejarlos a un lado, verás que todo será mejor —entendía su enojo hacia su familia, en específico hacia su padre, pero en algún momento tiene que dejar ir.

Resopló, molesto, pero se quedó callado. Pasaron unos minutos en los cuales nos quedamos en silencio, hasta que él habló:

— ¿Cuando piensas salirte de encima de mí? —preguntó.

[Alfas] - Bakugo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora