Cuadragésimo sexto capítulo

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[Tal vez es lo que quiero.]

[Hay una canción, pónganla cuando quieran.]

El amanecer ya se había reflejado en el cielo, dando la bienvenida al último día de la semana para las academias: viernes. Las primeras horas de la mañana habían pasado bastante rápidas, hasta que el timbre avisando la hora del receso resonó por toda la escuela. Me senté en una mesa junto a los chicos, poniendo la bandeja con comida encima. Bakugo tomó asiento al lado mío, y una de sus manos cayó en mi muslo derecho con disimulo. Los demás no se dieron cuenta de eso gracias a la mesa que había entremedio de nosotros.

Permití que dejara su mano ahí, ya que cualquier contacto con él me gustaba.

— Vuelvo ahora —aviso, Mina, levantándose de la mesa.

Fruncí mis cejas, y la seguí con la mirada. Se fue al final del comedor, y parecía hablar con una chica. En un momento de esa platica vi un movimiento extraño con sus manos, y ahí pude entender que era lo que pasaba.

Le está vendiendo.

Quite mis ojos de ella, y comencé a comer mi almuerzo. Los chicos estaban en silencio, algo que era muy raro viniendo de ellos, pero lo entendía. Kirishima era el más serio y frío de todos, ya que mañana sería el día de la fiesta en donde conocerían a la nueva manada que había llegado a la ciudad. Yo no opiné más sobre ese tema, porque aunque Bakugo y yo habíamos estado cerca durante estos días, lo menos que quería era ponernos tensos de nuevo hablando sobre eso. Mina volvió con nosotros, y mantuvo su mirada en la comida, ignorando cualquier conversación.

Percibía lo denso que estaba el ambiente, y hasta yo me estaba poniendo incómoda. Sople, y puse mis ojos en ellos.

— No puedo verlos tan callados, es muy extraño —me queje.

Mina soltó una muy pequeña risa, y eso me hizo sentir bien. Sero y Kaminari sonrieron con levedad, pero aún así, no dijeron nada. Un apretón a mi muslo llamo mi atención, y baje la mirada a esa área, para luego subirla hacia el rostro de Bakugo. No me miraba, pero sabía qué significaba esa señal. Yo puse mi mano encima del dorso de la suya, y seguí comiendo, hasta terminar mi almuerzo. Esta vez fui yo la que puse mi mano encima de su muslo, y lo apreté con levedad. Cuando sus ojos se pusieron en mí, con mi cabeza le di la señal de que me adelantaría a ir al patio, y que lo esperaría allá.

Él asintió, y yo me levante de la mesa. Dejé la bandeja en donde dejan las demás que están sucias, y salí del comedor. Camine al patio, y cuando estuve un poco alejada de la entrada, me senté sobre el césped. Después de unos minutos vi como Bakugo se hacía presente en el lugar, y como me buscaba con la mirada. Cuando me encontró, con pasos pesados camino hasta donde mí. Al llegar se sentó justo a mi lado, y enseguida soltó un suspiro.

— ¿Quieres hablar o prefieres que me quedé callada? —pregunte, mirándolo.

Él tardo en responder, pero cuando lo hizo, se notó el cansancio en su voz.

— Depende de lo que vayas a hablar —aclaró.

— Sabes muy bien de lo que voy a hablar —respondí.

Sus ojos no me miraban.

— Kirishima estaba tan diferente hoy —comentó, bajo.

Yo suspire.

— Él solo está frustrado, Bakugo —lo defendí.

— Le he dicho mil veces que esto se acabará en algún momento —discutió, volviendo el tono de su voz más grave.

[Alfas] - Bakugo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora