Septuagésimo primero capítulo

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[No fue tu culpa lo que pasó.]

El tiempo en estos momentos para mí pasaba lento...

Muy lento.

Llevábamos bastantes minutos en la camioneta y cada vez nos alejábamos más de aquel lugar en donde me tenían. Estaba acostada sobre Bakugo, Kirishima y Sero, había sido la única manera en la que todos pudimos acomodarnos en los asientos traseros, mientras Dabi y Toga se sentaron en los de al frente. Él manejaba, callado y manteniendo una expresión seria en todo momento. Nadie había hablado, no habían dicho ni una sola palabra...

Y yo tampoco.

Bakugo frotaba con mucha suavidad uno de mis brazos, el que no estaba lastimado, y algunas veces me miraba para verificar si estaba bien, pero cuando no hacía eso, solo mantenía sus ojos en el exterior. Kirishima miraba hacia al frente, aunque no parecía prestarle ni la más mínima atención a la carretera y Sero había cerrado sus ojos para tratar relajarse. Ellos pensarán que todo ha salido bien, que el plan salió a la perfección, pero...

No era cierto.

Al menos no para mí y cada vez que lo recordaba... que repetía la escena de Diana cayendo al suelo, las ganas de llorar volvían a mí. Unas lágrimas se deslizaron por mi mejilla izquierda al estar acostada de lado y solo dejé que cayeran por mi mentón. No las iba a retener, aunque quisiera no iba a poder hacerlo. Esto... todo lo que había pasado me sobrepasaba. Y además de eso, había otra cosa que daba vueltas por mi cabeza.

Asesiné a Tomura.

Estaba asustada, la policía muy probablemente haría una investigación y aunque Dabi había quemado todo ese lugar, mi voz interna me atormentaba diciéndome que siempre había una pequeña posibilidad de que la verdad saliera. Entonces, ¿que pasaría? ¿Iría a prisión, no? Alteramos toda una escena del crimen, una masacre. No podía estar tranquila pensando en eso. Se supone que me sintiera liberada después de que él muriera, pero...

Paz era lo menos que sentía.

No me sentía culpable, Tomura me quitó a las dos personas que más amaba en mi vida, a Yo y... a Diana, no iba a sentir culpa por devolverle parte de lo que él me había dado. Pero aun así, cada vez que miraba mis manos las veía manchadas de sangre. Mi mente creaba esa pistola que sostuve, la que había encontrado en ese largo pasillo cuando estaba intentando escapar dejando a Bakugo atrás. Pude ver a muchos tipos muertos, pero a lo lejos recuerdo haber escuchado disparos, por eso creía que quedaban más cuando Kirishima se encontró con nosotros. En ese momento, cuando apreté el gatillo no pensaba en nada realmente.

Fue más un impulso, mi cuerpo reaccionó al ver a Tomura apuntando con su arma a Bakugo y sentí que alguien me controló, y en tan solo unos segundos, ya yo había disparado. Quizás había sido mi alfa interior o tal vez me había asustado tanto que actué sin pensarlo... o las dos cosas. Aunque ni siquiera era importante eso, al menos no ahora. Lo más importante y lo que más me inquietaba era...

Reencontrarme con mamá.

Una mano limpió las lágrimas que caían por mi mejilla izquierda y me mantuve quieta, me permití sentir su caricia. Cerré mis ojos y en menos de cinco minutos caí dormida. Cuando desperté, o mas bien cuando Bakugo me despertó, ya estábamos en un hospital.

— Buscaré una enfermera para que traigan una camilla —avisó, Kirishima.

— Yo la llevaré —respondió, Bakugo, mientras abría la puerta trasera de la camioneta.

Estaba somnolienta y me tardé un poco en procesar todo. Bakugo bajó de la camioneta y luego intentó cargarme, aunque le costaba por la posición en la que yo estaba.

[Alfas] - Bakugo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora