Sexagésimo cuarto capítulo

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[No lo olvides.]

"El cielo era claro y las nubes se movían con una lentitud increíble. La brisa era suave, como una caricia dada a tu rostro. Estaba sentada en el césped, recargada en mis brazos. Estaba calmada y en completo silencio. Mi cabello se movía por el viento y eso lejos de molestarme, me relajaba aun más. Alguien se sentó a un lado de mí, imitando lo que yo estaba haciendo.

— Que bonito está el cielo hoy, ¿verdad? —comentó.

Yo asentí, ida en todas esas nubes. Esa persona se quedó en silencio por un rato, hasta que no aguantó más y volvió a hablar.

— ¿Como te ha ido? —preguntó con el tono de su voz bajo.

Pensé por largos minutos que decir.

— Bien, supongo... —respondí.

— ¿Bien? —indagó— ¿nada que debas contar o quieras decir? —se acercó más a mí, manteniendo la postura relajada.

Me encogí de hombros, suspirando.

— Las cosas se han complicado mucho... no te sabría decir ni cómo me siento —hablaba con serenidad, no sentía la necesidad de alterarme en este lugar.

— Sabrás como solucionarlo, siempre lo has hecho —aseguró.

Me quedé callada, bajando por primera vez mi mirada al césped y quedándome pensativa.

— ¿Cuando volverás? —solté.

A pesar de no estar viendo a la persona directamente, supe que había ladeado su cabeza a un lado y que su ánimo había decaído.

— Sabes que no puedo —respondió.

— ¿Por qué? —en cuestión de segundos mis ojos comenzaron a arder— te extraño... te necesito —tomé valor para mirar a la persona.

Sonrió y negó.

— No me necesitas, tienes a personas a tu lado que te apoyarán siempre —afirmó— aunque las cosas se pongan difíciles, tú no volverás a estar sola, mi terca —con su mano acarició mi mejilla con delicadeza.

Mi labio inferior tembló y lo abracé, dejando escapar algunas lágrimas.

— Te amo... Yo —susurré.

Afianzó el abrazo y cerró sus ojos con esa tranquilidad que no se iba de él, y disfrutó el contacto entre nosotros.

— No estás sola... t/n. No lo olvides —su voz se escuchó lejana al decir eso.

Poco a poco todo a nuestro alrededor se iba desvaneciendo y lo último que pude ver de él fue su sonrisa que entrecerraba sus ojos con ternura".

Abrí mis ojos aún somnolienta y dejé escapar un bajo quejido. Estaba desorientada, lo único que tenía claro era que mi cuerpo estaba siendo levemente apretado, aunque no me hacía daño ni me molestaba. Levanté mi mentón y traté de fijar mi mirada en alguna cosa, algo que se me hizo difícil por lo borroso que era todo para mí. El dorso de una mano acarició mi mejilla derecha y sentí humedad en ese lugar. Mi alfa chilló, no entendía la razón, pero solo comenzó a llorar y parecía que no podía detenerse.

[Alfas] - Bakugo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora