Quincuagésimo octavo capítulo

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[En algún momento.]

Mi cuerpo fue movido con suavidad y aún dormida pude sentirlo. Un bajo quejido salió de mi garganta y apreté mis párpados, frotando mi mejilla derecha con algo, no sabía muy bien lo que era, solo sabía que no era una almohada. Otro movimiento a mi cuerpo me hizo gruñir, esta vez frunciendo mis cejas al mismo tiempo. Una humedad se hizo presente en la esquina de mis labios y eso me hizo estremecer, logrando despertarme solo un poco.

— T/n, ¿no querías ir a la academia? —preguntó con una voz ronca, se escuchó demasiado lejos para mí.

Otra vez esa humedad apareció en la esquina de mis labios y con pesadez abrí uno de mis ojos. Veía borroso y con esfuerzo, pero podía apreciar que un rostro estaba muy cerca del mío.

— ¿Acaso me estás tratando como a una omega...? —pregunté, el tono de mi voz fue vago.

Bakugo seguía lamiendo con gentileza la misma área y al escuchar mi pregunta rio.

— No, te trato como a una persona normal a la que estoy intentando darle un poco de mi cariño... —pausó unos segundos— solo... intentando —repitió, diciendo indirectamente que era algo nuevo para él ese tipo de contacto.

Una sonrisa adormecida apareció en mis labios.

— Ya veo... —susurré— no esperes eso de mí, soy muy mala para esas cosas —aclaré.

Bakugo solo negó sonriendo, pero no dijo nada. Yo froté mi mejilla de nuevo con lo que ahora sabía que era su pecho y abrí poco a poco más mis ojos. Estuvimos un rato así, callados, disfrutando el ambiente calmado que había entre nosotros.

— ¿Todavía quieres ir a la academia? —preguntó— por un día más que faltes no pasará nada —agregó.

— Quiero ir... —dije— si me sigo atrasando es muy probable que repita el año y... no quiero eso —suspiré.

Sabía que mis notas estaban muy mal, así que tenía que hacer hasta lo imposible para poder subirlas. Iba a estar difícil, pero por lo menos lo intentaría. Bakugo asintió e igual que yo soltó el aire que tenía acumulado en sus pulmones.

— Iré a despertar a los idiotas —avisó— ve vistiéndote —alentó.

Reí bajo y asentí. Me quité del pecho de Bakugo, dejándolo libre para que pudiera hacer lo que me había dicho. Se levantó de la cama y salió de la habitación, dejándome sola. Tardé unos pocos minutos más en levantarme, pero al final lo hice, yendo al baño primero para poder orinar y lavarme los dientes. Cuando termine de hacer lo primero, me limpié y coloqué mi ropa interior en su lugar. Me acerqué al lavamanos y me miré en el espejo que adornaba la pared, justo frente a mí. Pase mis dedos por esa marca morada que parecía un gran moretón y visualicé cada tono diferente, algunos más claros, otros más oscuros y había un toque de verde opaco en las orillas. Era una marca profunda al costado de mi cuello, esa que tanto a Bakugo le había aterrado. Era grande y de un color para nada lindo, pero gracias a que él la había lamido no se veía tampoco del otro mundo. Por lo menos no se veía como una herida, como él mismo había dicho ayer.

Al tocarla dolía, pero era soportable. Habían otras pequeñas marcas también, pero esas aunque podrían llamar la atención, no eran tan importantes como la otra.

— Puedo pedirle a Mina que te preste maquillaje para tapar todo eso —sugirió al llegar de repente al baño.

Lo miré y luego volví mi vista a mi reflejo en el espejo.

[Alfas] - Bakugo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora