CAPÍTULO 5

48 6 0
                                    

Pero ¿de qué carajos está hablando? ¿Primero me habla para que seamos amigas y después me tira? ¿Y esta quién se cree que es? No puedo creer la suerte que tiene mi existencia en este mundo cruel.

—¿Quién es la boludita que te dijo eso, eh?

—Ella no es boluda —contradijo abriendo sus fosas nasales con claro enojo—. Y la chica es la que a veces la encontrás conmigo.

—¿Tus amistades dependen de ella? —solté una risa irónica—. O sea, ¿vas a ser amiga según a quien ella te elija? No soy una elección, Emma. En serio, no me esperaba que me invitaras para esto... Entonces, se puede encargar de buscarte a otra amiga.

Con cada palabra que fui escupiendo su mirada se fue tornando a decepción, lástima o tristeza. Que se yo. Me puse de pie.

—Suerte con la próxima.

Estando por avanzar ella agarró mi mano. Y... no era tan incómodo como hubiera querido. Era... suave, como si con ese toque te dijera que está ahí, como si no quisiera que nunca me soltara. Yo aparté la mía, sin embargo. La comodidad pudo correr en mi contra, aunque suene extraño.

—Perdón.

No. No quería que pidiera perdón. Cualquier persona suplicando perdón es una falsa. No quiero el asqueroso perdón de nadie.

Todos en esta vida mienten. ¿Por qué todos los que conozco siempre mienten? O, bueno, mentían. Excepto ellos. Para mí desgraciada —y buena suerte— siempre fueron sinceros conmigo. Demasiado diría yo.

—¿Me estás jodiendo? —repugné entrando en una zona poco agradable. Uní mi entrecejo, entornando mis ojos.

Niega con la cabeza.

—No. Yo jamás te jodería con esto. Fue mi mayor error decírtelo, haberla escuchado. En serio, perdón, Ce.

Apunto de decir algo más, me contuve. Relajé mi rostro. Ella apretó sus labios en una delgada línea. Eso fue súper extraño. No creí que no fuera a importarme como me llamara Emma. Ese sobre nombre que acaba de ponerme no me molestó. Nunca me habían llamado así. Jamás.

Por primera vez, luego de tanto tiempo, que alguien me llamara, sin ninguna intención de molestarme, hacerme enojar, provocarme, con burla, no quise decir nada. Porque me siento tranquila sin tener que apretar mi mandíbula y contener los puños a mis costados para que no aterrizaran en la cara de otra persona por imbécil que fue.

No quiero ilusionarme tan rápido, pero estoy en esa etapa de creer que ella no es como las otras, con más honestidad está lejos de ser como ellas.

Pero como dije, no tengo que hacerme ilusiones tan rápido.

Siguió disculpándose por llamarme de dicha forma y a la vez por hacerle caso a la estúpida de Sofía, que además de estúpida es una metida.

—Basta —sentencié—. Deja de pedir perdón por todo. —Su ceño se fue frunciendo. Me vuelvo a sentar al lado de ella. Poniendo mi cara más seria, calmé—: Está bien. No me molesta que me llames así. Simplemente, es raro. Nunca me llamaron de esa forma.

La maldita culpa me está carcomiendo lentamente.

Que mierda.

—Puedo acostumbrarme. Pero sos la única que puede llamarme así. No la... boluda que se llama Sofía.

—No es boluda, intentaba cuidarme de lo que ella creía que iba mal.

¿Se está escuchando? Porque cada vez la embarra más y más.

—O sea, ¿te está "cuidando" de mí por qué soy "mala"? —pregunté haciendo comillas—. Porque eso parece.

—Vos querés hacerlo parecer así. Yo nunca dije eso. No quieras cambiar las palabras del contexto...

Radicalmente oportunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora