Sungmin estaba enfermo y solo. Una amistad adolescente podría convertirse en el amor que ha estado esperando, pero también en una enfermedad mortal para el corazón.
Pareja principal: KyuMin
Pareja secundaria: EunHae
Género: Fanfic, drama, romance, y...
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—Sungmin —observó esa figura por varios segundos hasta que el auto finalmente avanzó, ese chico ni siquiera lo miró, su vista estaba perdida y vacía. Kyuhyun caminó y estuvo tentado a entrar antes de que la puerta se cerrara de nuevo, pero finalmente no lo hizo—. Es una tontería.
Se convenció de que lo que había visto no era más que una simple ilusión, un juego de su mente, y se marchó. No tenía nada que hacer ahí, volvería mañana, tenía que preguntarle al tío dónde estaba la tumba u osario de Min aunque eso significara tener que rogarle, pues Kyuhyun creía que la familia Lee probablemente no querría ver al responsable de la muerte de su hijo.
—Mañana iré a verte Min —dijo a la nada mirando el auto perderse en el camino de la entrada.
***
La mañana del domingo había llegado. El chico que dormía en la cama se despertó a causa de la luz matutina, pero no abrió sus ojos. En su mente solo había tristeza, ¿por qué seguía viviendo?, ¿por qué su corazón a pesar de ser tan delicado se empeñaba en seguir latiendo? No lo entendía, pero esas preguntas se las había repetido una y otra vez durante muchos años.
Ya no era el mismo chico con ganas de luchar, éste se había muerto el día que la persona que más quería, la que le había enseñado a amar desapareció para siempre. Y no solo eso, si no fuera por su tío estaría completamente solo.
—Mamá, papá. He vivido un día más —dijo ahora abriendo sus ojos, el brillo acuoso en ellos indicaba que las ganas de llorar estaban haciendo acto de presencia, pero no quería hacerlo, sus ojos dolían tanto como su corazón cada vez que lloraba—. Los extraño tanto.
Unos leves golpes en la puerta, seguido de una voz tranquilizadora, se escucharon puntuales como cada mañana.
—Sungmin, ¿estás despierto?, ¿puedo pasar?
—Adelante, tío —dijo sentándose en la cama.
Su habitación seguía igual de blanca, justo como una vez la describió Kyuhyun, con la diferencia de que por alguna razón el blanco le hacía sentir demasiado triste y vacío. Su tío abrió la puerta para justo después quedarse en la entrada. Los años se le notaban en el rostro, no era el mismo hombre que recordaba de joven. Sungmin estaba tan agradecido con él por cuidarlo todos esos años que de cierto modo sentía que vivía por él.
—Buenos días, sobrino. El desayuno está listo, ¿o prefieres comer aquí? —preguntó el hombre con una leve sonrisa.
—Buen día, tío. Bajaré enseguida. Gracias —respondió a su sonrisa, aunque era como todos los días en cierto sentido forzada, ya ni siquiera tenía ánimos para eso, pero tampoco quería hacerle sentir a él que vivía tan miserable, pues lo pondría triste.
—Entonces te espero abajo —cerró la puerta para dejarlo nuevamente solo.
Min se levantó y quitó la camiseta de dormir dejando ver una pequeña cajita con varios conductos pegados a su abdomen. Era un monitor holter para medir su ritmo cardiaco, lo tenía desde hacía cuatro años después de una crisis que sufrió y del que por poco perdió su vida. Cada dos días iba a revisiones con su médico para notar algún cambio en sus pulsaciones. Su salud se había deteriorado después de los malos momentos que pasó esos ocho años.