PROLOGO

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PROLOGO

Isla Kairos (Grecia), 1850

Había fuego y gritos por todos lados. Dianna se había escondido en una rejilla que había en la pared del salón. Su madre la había escondido allí cuando empezó el ataque al castillo. Su madre le había prohibido salir de allí hasta que el capitán Kiros y su nana Ellen fueran a buscarla.

Dianna se tapaba los oídos con las manos intentando sofocar los gritos de todas esas personas. El salón del castillo parecía el mismísimo infierno con todo ese fuego y esos gritos.

La pequeña sabía que debería tener los ojos cerrados para no tener que ver lo que ocurría allí, pero le era imposible apartar la mirada. Tenía solo 5 años y no sabía por qué ocurría todo eso. De pronto Dianna vio a su padre y a sus hermanos luchar con unos hombres. La lucha parecía desigual, y de pronto vio como su padre y sus hermanos caían al suelo bajo las espadas enemigas.

Después escuchó el grito de su madre que se lanzó a los brazos de su padre que yacía inerte en el suelo. Uno de esos hombres malos la cogió por el cabello y le cortó el cuello. Dianna estaba en estado de shock, no gritaba ni lloraba. Todo esto era demasiado para una niña de 5 años. Dianna se encogió todo lo que pudo en ese reducido espacio, cerró los ojos con fuerza y en su mente seguía viendo como moría su familia. Su querida mamá, que le cantaba hermosas canciones para dormir, que le acurrucaba en la cama. Su mamá que le abrazaba y besaba llamándola “mi pequeño ángel”. Ahora su mamá se había ido al cielo con los ángeles. Seguramente ella iba a convertirse en un hermoso ángel de grandes y magníficas alas.

No sabía cuanto tiempo había pasado, pero de pronto sintió que alguien la cogía en brazos. Dianna empezó a gritar a todo pulmón.

-Shh… - dijo un hombre intentando calmarla – tranquila princesa Dianna, soy el capitán Kiros. No te preocupes, te voy a sacar de aquí.

Dianna no le contestó y se abrazó con fuerza al cuello del capitán. No quería ver todo aquello, así que escondió el rostro en el cuello del capitán.

Había pasado una media hora, cuando el capitán Kiros le hizo soltarse de su cuello y la puso en el suelo.

-Ya ha pasado princesa – dijo el capitán de pronto – ya te encuentras a salvo pequeña.

Dianna abrió los ojos y se dio cuenta de que ya no estaban en palacio. Se hallaba en la ribera del rio que había cerca del palacio. Seguramente el capitán había tomado uno de los tantos pasadizos que había en el palacio para llegar hasta allí.

-¡Oh, mi pequeña! – Dianna escuchó la voz de una mujer que se aproximó a ella.

Dianna al principio no la reconoció, pero cuando la mujer la tomó en brazos y empezó a llorar, la reconoció. Era su nana Ellen.

-¡Oh, mi pequeña! – volvió a decir nana Ellen – mi pequeña está a salvo.

Dianna se dejó abrazar por esa mujer que había sido para ella como su segunda madre.

La Reconquista De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora