CAPITULO 20

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CAPITULO 20.

-¡Lanet olsun! (Maldita sea) – gritó Tarik en turco -. ¡Sois todos unos inútiles! ¿Cómo se os ha podido escapar?

Tarik daba vueltas furioso por la sala. Esos soldados eran unos inútiles, era la segunda vez que se le escapaban. Recordó el día en el que sus hombres le mandaron un mensaje diciéndole que habían conseguido capturar a la princesa. En ese momento se había sentido excitado ante la idea de eliminar él mismo a la princesa. Pero cuando había llegado a la cabaña, sus hombres estaban muertos y la princesa había escapado. Ahora le informaban que hacía dos días que habían embarcado rumbo a Kairos. Tenían que partir inmediatamente a Kairos para ayudar a su príncipe.

-¡Ozan! – dijo Tarik a su soldado.

-¿Sí mi general? – dijo Ozan.

-Prepara inmediatamente el barco – le dijo Tarik -. Volvemos a Kairos.

-Si mi general – dijo Ozan.

-¡Ozan! – dijo Tarik con furia en los ojos -. No quiero retrasos. Elimina a quién se ponga en nuestro camino. ¿Anladim? (¿Entendido?).

-Si mi general.

“Ingilizca piçler” (Ingleses bastardos) ¿Cómo osaban entrometerse en sus asuntos? Sobre todo ese maldito caballero inglés que había ayudado a la princesa varias veces. Estaba casi seguro que había sido él el que la había ayudado a escapar.

-¡Apta! (Estupido) – susurro Tarik para sí mismo -. ¡Kendi elleriyla öldiren! (te mataré con mis propias manos).

Tarik salió rumbo a su habitación para prepararse para la vuelta a Kairos.

Ya habían pasado varios días desde que habían abandonado el puerto de Londres. Dianna se sentía insegura con respecto a su vuelta a Kairos. ¿Y si su gente no la aceptaban? ¿Y si no conseguía ser una buena reina? Kiros le había repetido varias veces que no se preocupara, que él le iba a ayudar en todo lo que pudiera. Su tía Esther también había estado preparándola para ese día, aunque ella no había sabido nada. Ahora recordaba las lecciones de griego y de historia de Grecia y sus islas. En ese momento ella no sabía el motivo por el cual su tía le hacía aprender todo eso, pero ahora sí. Su tía había estado ayudándola para el momento en el que subiera al trono.

-Deberías entrar pequeña – le dijo su nana mientras se acercaba a ella.

Dianna estaba en la cubierta del barco, asomada a la barandilla. Se dio la vuelta al ver que su nana se acercaba a ella.

-Todos están ya en la mesa para cenar – le dijo Ellen.

-Si nana, ahora voy – dijo Dianna mientras se daba la vuelta.

Dianna sabía que su nana estaría preguntándose qué le pasaría. Ni ella misma sabía exactamente lo que pasaba. Tenía un cúmulo de sensaciones que ni ella misma sabía explicar. Por un lado estaba su inseguridad como reina, y por otro estaba Edward. Estos días que llevaban en el barco, él la ignoraba o la trataba con formalidad. ¿Por qué le hacía eso? ¿Por qué la ignoraba? Ella necesitaba estar con él, hablar con él. Iba a ser tan difícil separarse de él cuando llegara la hora. Extrañaba sus conversaciones, sus sonrisas, sus besos, sus caricias y sobre todo extrañaba que la abrazara y le dijera en susurros que todo iba a salir bien. Pero, ¿cómo iba a salir todo bien si él iba a irse de su lado y de su vida? ¿cómo iba a gobernar el reino si su corazón iba a quedar destrozado? Todavía quedaban varias semanas para llegar a Kairos, y ella quería estar con él todo el tiempo posible. Una vez que llegaran a Kairos, los dos iban a estar ocupados en sus asuntos. Él y sus amigos iban a luchar hombro contra hombro con sus hombres para liberar al pueblo del príncipe turco.

La Reconquista De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora