CAPITULO 23

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CAPITULO 23.

Ya había pasado un año desde su coronación, y la isla volvía a ser tan hermosa como antaño. Dianna había trabajado muy duro junto a todos los kairinos para que la isla volviera a florecer. Kiros y su nana ya estaban felizmente casados, y ella ya había recibido a muchos príncipes extranjeros que pretendían su mano. Pero Dianna no había aceptado a ninguno, no deseaba casarse con ninguno de esos príncipes presumidos. Edward seguía siendo su único amor. Dios, le echaba mucho de menos. Por el día, su estatus como reina la tenía muy ocupada y apenas podía pensar en algo más, pero por la noche era distinto. Cada vez que Dianna se retiraba a sus aposentos los recuerdos de los besos y las caricias del duque volvían a ella, haciendo que deseara volver a verlo. Sabía que no se había casado, su hermana se lo había dicho. Amanda y ella se mantenían al tanto de todo por cartas. Así es como supo Dianna que su amiga había tenido una niña preciosa, llamada Allison. Taylor también estaba en estado, pero se esperaba el nacimiento del bebé en el verano. Ahora mismo se encontraban en febrero, y Londres estaba en plena temporada. Amanda le había contado que su hermano había asistido a muchos bailes, pero que no le había interesado ninguna de las nuevas debutantes. ¿Seguiría el duque pensando en ella y por eso no había decidido casarse? Ella tampoco había podido elegir a ningún príncipe, ¿cómo hacerlo cuando el único hombre al que amaba y amaría jamás se encontraba en Londres? Deseaba tanto verlo, sentir de nuevo sus besos y sus caricias.

Ante su pueblo, Dianna siempre se mostraba alegre y simpática, pero por dentro estaba triste y desolada. No era feliz, por más que había intentado serlo, sin su duque a su lado no lo había conseguido. No podía seguir viviendo así, la tristeza por estar lejos de él cada vez se notaba más. Apenas dormía, no salía y comía lo justo para sobrevivir. Kiros y su nana estaban preocupados por ella, decían que terminaría enfermando y que eso no era bueno.

-¡Se acabó! – dijo de pronto la voz de Kiros mientras entraba en la biblioteca donde en ese momento se encontraba Dianna -. Esto no puede seguir así.

-Kiros, ¿qué ocurre? – dijo Dianna mientras se levantaba del sillón.

-Tú no puedes seguir así – dijo Kiros mientras se acercaba a ella y la cogía de los brazos -. Debes dejar atrás esta tristeza que está haciendo mella en tu salud.

-No… no puedo – dijo Dianna entre sollozos mientras se abrazaba a él -. Le echo de menos. No sé cómo vivir sin él.

-Pues debes hacerlo – dijo Kiros mientras la separaba de sí -. El pueblo todavía no se ha dado cuenta, pero pronto lo hará. No puedes seguir así Dianna.

Dianna se separó de Kiros y fue a sentarse en el sillón. Sabía que Kiros tenía razón, pero la única forma de que ella volviera a sonreír y a ser feliz es viéndole de nuevo. De pronto a Dianna se le ocurrió una idea. Iría a Londres, volvería a reconquistar a su duque.

-Kiros – dijo Dianna mientras se levantaba -. Haz que preparen mis baúles. Voy a volver a Londres.

-¿Qué? – Kiros la miró como si se hubiera vuelto loca -. ¿Te has vuelto loca? Solo hace un año que eres reina, no puedes marcharte tan pronto.

-¿Es qué no lo comprendes? – dijo Dianna con furia -. Jamás podré ser feliz estando tan lejos de él. La única manera de que yo vuelva a ser feliz es volver a verle. Y eso es lo que voy a hacer – Dianna se dirigió a la puerta de la biblioteca -. Al pueblo se le puede decir que tengo que viajar a Londres por asuntos del estado. Que necesito reunirme con la reina Victoria.

-Pero Dianna…

-¿Quieres que vuelva a ser feliz? – preguntó Dianna. Cuando vio que Kiros afirmó ella volvió a hablar -. Entonces tengo que volver a verlo e intentar que quiera estar conmigo.

La Reconquista De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora