CAPITULO 22

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Aquí os dejo otro capitulo de mi historia. Siento haber tardado tanto en subir, pero es que he estado muy ocupada y no he tenido momentos libres para escribir. Gracias a todos los que os la estáis leyendo. Os agradezco los comentarios y los votos. Seguid comentando y votando si os gusta, me hace mucha ilusión. Besosss a todos J

CAPITULO 22.

Dianna se sentía desolada mientras recorría el camino que la llevaba a la ciudad. Todos los campos de cultivos estaban yermos y las cabañas de los aldeanos destrozadas. Esos malditos turcos habían destrozado todos los campos dejando a su pueblo con hambre. ¿Qué había pasado con los aldeanos? ¿Se habían refugiado en la ciudad cuando destrozaron sus campos y sus casas? Tenía la esperanza de que los ciudadanos hubieran acogido de buenas ganas a toda esa buena gente. Tenían mucho trabajo por delante para reconstruir las casas y hacer que esos campos volvieran a ser fértiles. Estaba segura de que entre todos terminarían pronto. Ya faltaba poco para llegar a la ciudad, y Dianna empezaba a sentirse nerviosa. ¿Qué le esperaría cuando llegara a la ciudad? ¿La recibirían con alegría o la despreciarían por haberlos abandonado durante tanto tiempo? Seguramente entenderían que no había sido decisión suya, su mente había estado mucho tiempo sumida en las sombras.

Media hora después llegaron a la puerta principal que daba acceso a la ciudad. La gran puerta de madera estaba un poco apostillada, pero el gran muro de piedra que rodeaba la ciudad se encontraba en buen estado. Había varios soldados haciendo guardia en la puerta. Cuando estuvieron a su altura, abrieron la gran puerta dejándola pasar, le habían reconocido. Dianna se irguió en su caballo, levantó la cabeza y entró en la ciudad con decisión. No importaba lo que hubiera ocurrido en el pasado, ella pensaba gobernar esa isla con sabiduría y bondad. Estaba segura de que con el tiempo se ganaría el cariño de su gente, así como sus padres habían hecho en el pasado. Había muchos kairinos en las calles intentando arreglar los desperfectos causados por los turcos. Cuando se daban cuenta de su presencia, dejaban lo que estaban haciendo para hacerle una reverencia. Desde las ventanas de las plantas altas de las casas las mujeres le lanzaban pétalos de rosas.

-¡ Χαιρετίζωβασίλισσα Dianna! (Bienvenida reina Dianna) – decían todos a la vez mientras ella recorría las calles de su pueblo.

Dianna no pudo contener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Cuando llegó a la puerta de palacio y vio a Kiros de pie en la entrada, se apeó del caballo y se lanzó a sus brazos.

-¿Por qué lloras pequeña? – le preguntó Kiros mientras la abrazaba con dulzura.

-Se han inclinado ante mí, y me han lanzado pétalos de rosas – dijo Dianna mientras se separaba de él y miraba a su alrededor -. ¿Dónde está Edward?

-Está dentro con sus amigos, haciendo un poco de limpieza – le dijo Kiros con una sonrisa -. Y con respecto a lo otro, te dije que te aceptarían.

-Sí, lo sé.

-Ve a dentro – dijo Kiros mientras le daba un beso en la frente -. Debes prepararte para tu discurso.

-¡Oh! – dijo Dianna mientras se llevaba una mano a la boca -. Se me había olvidado.

-¡Kiros! – Dianna vio como su nana se lanzaba a los brazos de Kiros.

Él la abrazó con dulzura y empezó a susurrarle cosas en el oído para calmarla. Dianna decidió dejarlos a solas y se adentró en el palacio. Quería ver con sus propios ojos que Edward no había sido herido de ninguna forma. Cuando entró, vio que sirvientes, soldados y kairinos se afanaban en arreglar todo el destrozo que habían hecho los turcos en el palacio. Había mucha suciedad en el suelo, las paredes estaban desportilladas y la mayoría de los muebles destrozados.

La Reconquista De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora