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— Mar-Mar...

Había silencio dentro de la habitación. Los padres de Marcy habían traído galletas y jugos de manzana en cajitas para ambas infantes, pero la de cabellos negros no quería hablar con Sasha aún.

Sasha sintió como sus ojitos se llenaban de lágrimas y sollozó, ella realmente quería hablar con la menor.

La puerta se abrió levemente y una curiosa Marcy observó a la de cabellos rubios.

— Sasha ¿Por qué lloras?. 

— Porque tú ya no me vas a querer nunca más.

— Yo sí te quiero, sólo no quiero que vuelvas a hacer lo que hiciste.

— ¡¿Entonces aún somos amigas?!.

— Sip, de las que comparten galletas.

Ambas niñas llevaron los jugos y galletas hasta la mesita de la habitación de Marcy.

Comieron y Sasha intentó hacer reír a Marcy con algunos chistes que habia oído en la escuela. Sabía que la de cabellos negros nunca había ido a la escuela.

— Mar-Mar, ¿Por qué te habías enojado?.

— No quiero abrazos, nop nop.

— ¿Por qué?.

— No me gustan.

— Oh, está bien...

Sasha le sugirió que fueran a ver caricaturas a la sala de estar mientras los padres de Marcy volvían de las compras.

Pero cuando iban caminando, Sasha se detuvo y dio un saltito emocionada.

— ¡Tengo una idea!.

— ¿Qué cosa?.

— Yo te ayudaré a que te gusten los abrazos, así iremos a la escuela juntas y yo te cuidaré.

— ¿Cómo harás eso?.

La pequeña Marcy la miraba ladeando la cabeza, algo confundida por todas las cosas que decía Sasha.

La chica hablaba mucho todo el tiempo.

— No lo sé aún, pero quiero ayudar, iremos despacito, de a poquito. ¡Como pasitos de pinguino!.

Sasha imitó los cortitos pasos de los pingüinos y Marcy rió a carcajadas.

A Marcy le gustaban los pingüinos.

A Marcy le gustaban los pingüinos

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Pasitos de Pingüino | SasharcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora