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Marcy estaba parada en medio de la sala de ensayo, la música sonando, sus compañeros viendo atentos y alegres a la espera de sus movimientos.

En la esquina derecha, cerca de la puerta, se encontraban sentadas Anne y Sasha, alentando a la menor.

Marcy tenía mucha vergüenza.

Porque su Sashy estaba por ver lo que había aprendido.

La parte de la canción que debía bailar era sumamente difícil.

Pero tenía que salir bien.

— Vamos, Marcy... 5, 6, 7, 8. —
La menor cambió de actitud completamente.

Sus pasos eran marcados y seguros, y aunque se equivocó en un paso, supo como hacer que pasara desapercibido.

Sasha miraba fijamente, nunca había visto a Marcy tan seria y con aquella aura tan madura para una menor de edad.

Además, aunque carecía de técnica profesional aún, bailaba de maravilla.

Cuando terminó, volvió a ser la chica tímida de siempre y sonrió ante los aplausos espontáneos.

Se despidieron de Anne y Terri después de que terminara la clase.

Camino a casa, se fueron lentamente por la acera... Tomadas de la mano.

— No sabía que bailabas tan bien, felicitaciones.

— No lo hago tan bien aún, me temblaban las piernas.

— ¡Mentira! Eres increíble. Juro que te salió muy bien.

— ¿Lo juras? ¿¡De verdad, de verdad!?.

— Por supuesto, Mar-Mar.

Sasha detuvo a Marcy sólo para acercarse y juntar sus labios rápidamente.— No sabes lo orgullosa que estoy de ti. Serías el pingüino más valiente de nuestra pequeña "Colonia".

Ambas imitaron el andar de los pingüinos y caminaron soltando carcajadas. Sasha notó que Marcy seguía siendo una niña pequeña cuando jugó a no pisar las líneas del camino.

De todas formas, le siguió el juego.

Porque estaba jodidamente enamorada de su manera de ser.

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Pasitos de Pingüino | SasharcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora