trece

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"Te necesito, Hange"

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"Te necesito, Hange"

Ví el cuerpo de Hange de espaldas, probablemente ni siquiera se dió cuenta de mi presencia. A veces creía ser tan silenciosa e insignificante que pasaba desapercibida. 

Suspiré para que al menos se diera cuenta que estaba allí, pero nada, solo siguió en lo suyo como siempre. La veías escribir y escribir, la luz de la vela apenas alumbraba su pequeño espacio y en su oscura oficina, no era más que una sombra.

La cama se sintió tan fría cuando extendí mi mano para sentirla, lejos de hacerlo, lejos de sentir su calidez, lejos de sentir su cuerpo, lo único que obtuve fue absolutamente nada. Hacía noches no tenía de su cariño, de sus brazos o caricias que lograran calmar mis nervios de saber que, lo nuestro, podría terminar en un abrir y cerrar de ojos.
 
Zoë me dijo que vendría a dormir, pero, sabía que jamás iba a ser así, ella estaba tan concentrada en su trabajo que jamás entendió cuando me dolía sentirme reemplazada por el. Me sentía poco amada, poco deseada, obteniendo su deseo rápido para que vuelva a su trabajo. Dejado mi cuerpo caliente, un calor que solo duraría instantes hasta que salga por la puerta nuevamente. 

—Es tarde —dije y mi voz, chocó contra las paredes, generando un fuerte eco.

Ella se paró en seco y me dió una rápida vista.

—Tenés que dormir, mañana tenemos una misión —aclaró.

¿Solo eso iba a decir? la notaba tan fría que sentí como mi pecho comenzó a doler al sonido de su fría y distante voz. 

—¿Te falta mucho? —pregunté mientras me acercaba a ella.


Pasé mis manos por sus hombros, tratando de darle un mínimo de calor y cariño.

—Sabes que sí —se inclinó un poco sobre el respaldo de su risa y su rostro quedó expuesto para que yo lo vea. Aún después de años, la cicatriz en su ojo seguía sobresaliendo de su parche. 

Me sonrió de manera calmada y cerró sus ojos.

—Quédate conmigo —dijo, aquella voz quebradiza y baja, me hizo entender lo mal que se sentía —, te necesito. 

Me senté sobre sus piernas, apoyando mi cabeza sobre su hombros para abrazarla. Han hacía unas suaves caricias sobre mi espada mientras sentía su respiración calmada.

—Te extraño —susurré.

Enterré mi rostro en su cuerpo para evitar llorar, pero cuando sentí reír suavemente, no pude callar mi llanto.

—Dios, Hange…quiero que tengas tiempo para mi.

—Desearía tenerlo, preciosa —ella tomó de mi rostro, obligando a mirarla —. Todo lo que quiero es irme a la cama contigo. Este cargo de comandante me está sacando tiempo con mi chica.

Mi rostro se apoyó sobre su palma para que secara mis frías lágrimas, aún con esa dulce sonrisa en su rostro. Aquella que me hacía tan débil y me convencía tan fácil.

—¿Podemos ir? —insistí.

—Hoy no, lo siento, amor.

—¿Mañana? —pregunté —¿Pasado? No importa que día, Hange…te necesito a mi lado —tomé de su camisa, pidiéndole a gritos que lo hiciera. 

—Quédate conmigo entonces —sus labios se apoyaron en mi nariz, dejando un corto beso.

Quería tenerla al menos de cualquier manera. 

Me acomodé sobre su pecho y me aferré tanto a ella como pude. Escuchaba el bajo ruido de la pluma moverse y los besos que dejaba por cualquier parte de mi rostro que estuviera al descubierto. Lo último que sentí fue como extendía su mano para alcanzar chaqueta verde y dejarla arriba mío, proporcionándome el calor necesario para quedarme dormida.


Lovers rock | hange (oneshots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora