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—¡Yo quiero verde! —dijo Hange.
Agarró un poco de pintura y la pasó por toda su palma.
Estamos sentadas en el suelo. Había acrílicos tirados por ahí: rosa, verde, amarillo...
—Tendríamos que dejar de hacer todo lo que vemos en tiktok —dijo entre risas mientras apoyaba su mano en el lienzo blanco. Su palma quedó perfectamente gravada —, esa mierda es adictiva... me hace sentir mal, tengo casi treinta y sigo mirando videos.
—No seas exagerada, acabas de cumplir veinticinco... —chasqueé mi lengua. Hange era muy exagerada aveces, maximizaba todo.
Pinté la base de mi mano de rosa y me detuve unos segundos, quería se quede justo en el medio de la suya. Su mano era notablemente más grande que la mía, iba a ser algo muy cursi.
La apoyé y quedo justo como quería. Esperé unos segundos hasta que al menos se saque un poco y tiré de la cinta que estaba a lo largo de todo el lienzo. En ese rectángulo en blanco iría la fecha en donde empezamos a salir.
—Quedó lindo —dije alzándolo para verlo más abiertamente —¿No, Han?
—Muy lindo —sentí como apoyó su mentón en mi hombro y sus dos manos en mis pechos. La escuché reír por lo bajo.
Bajé la mirada, mi remera blanca quedó manchada con sus los manos justo en el lugar
—¡Hange! —me levanté y me fui a mirar al espejo.
Lo único que se escuchaba era a ella matarse de la risa.
—Mis manos quedaron grandes —dijo burlándose.
—¡Hey! —la golpeé, no sirvió para que deje de reírse.
