Capítulo 16

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Con cierto temor, y apretando la mano de su acompañante, Lituania comenzó a golpear con lentitud la puerta de madera frente a ella

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Con cierto temor, y apretando la mano de su acompañante, Lituania comenzó a golpear con lentitud la puerta de madera frente a ella.

Tan rápido como terminó, corrió a esconderse en la espalda de Letonia, que soltó un reproche ante la cobardía de su hermana, más porque sería ella ahora quien tendría que enfrentarse a lo temido.

Aunque, igual a los anteriores tres días, no hubo sonido.

-- De nuevo...

-- Hay que admitir que nadie está listo para el momento en el que abra la puerta --sonrió, nerviosa.

Letonia ya estaba alejándose rápido de ahí. Habría empezado a huir como ella, de no ser porque escuchó un sutil sonido tras ella.

Al parecer, estaba ocurriendo lo que nadie tenía previsto, como dijo Letonia.

Frente a ella, estaba entre abierta la gran muralla de madera movible, y por ahí se asomaba un ojo que, curioso pero vago, la observó.

-- ¡Ru-rusia! ¡A-adivina qué!

-- ¡La comida ya está lista! --su hermana volvió, abrazándola por la espalda.

Ambas sonreían nerviosas e incómodas, sin saber en realidad con qué expresión debían plantarse frente a él.

-- ¡Bielo nos pidió que te habláramos! Así que baja ya.

-- ¡Sí!

Y salieron corriendo, casi tropesándose con sus propios pies, y chocando a veces con las paredes. Lo importante era salir de ese largo pasillo.

Lituania llegó primero, a lo que gritó -aún sin ser tan ruidosa-:

-- ¡Prepárense, porque abrió la puerta!

Bielorrusia se sobresaltó, pero de inmediato asintió con un ceño fruncido que denotava determinación.

Miró a Ucrania.

-- ¡Como lo practicamos!

Él también respondió asertivamente, e hizo unas señas rápidas con las manos para indicarles a los que parecían distraídos que tendrían que comportarse normal pero apacibles.

Tres corrieron a acomodar la mesa para que pareciera que sí lo estaban esperando para comer, para después correr directamente a sentarse y fingir que tenían una conversación agradable.

Kazajistán y Ucrania ayudaron a Bielorrusia a sacar los sartenes de comida que preparó para ponerlos en la mesa, por lo que también tomaron asiento.

-- Ni siquiera es seguro que vaya a bajar, solo abrió la puerta --se quejó Ucrania mientras movía las manos.

-- Cualquier señal de vida es buena --Kaza puso su mano en en el hombro del bicolor.

-- ¡Bueno, bueno! No hay que estar nerviosos, sigue siendo nuestro hermano, no un desconocido.

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