Capítulo 11.2 1/2

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Recién despertaba, sí, en sábado, por la una de la tarde, creería que con el sol en todo su resplandor pero no, en cambio, era tapado por grandes nubes grises, oscuras, y por algunos truenos leves

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Recién despertaba, sí, en sábado, por la una de la tarde, creería que con el sol en todo su resplandor pero no, en cambio, era tapado por grandes nubes grises, oscuras, y por algunos truenos leves.

Pestañeó un par de veces, con sus párpados algo pesados.
Terminó por dormir hasta las tres de la madrugada, solo porque perdió el tiempo en su celular sin hacer nada productivo.

Aunque, cuando llegó, por alguna razón estaban algunos de sus hermanos despiertos, esperándolo no a él, en realidad a su hermano Kazajistán que había ido a comprar algunos refrigerios, y por casualidad/desgracia terminó por encontrarlos.

Primero, le cuestionaron a dónde había ido, lo que no tuvo problemas en responder.

"Ah, cierto, tienes de suegro a España, ¡sería imposible decir que no con él de por medio!" Exclamó el ucraniano, riendo.

Nervioso, asintió en automático a eso.

Realmente no fue porque se sintió obligado, de verdad le nació ir, pero pensó que decir la verdad sería vergonzoso.

Luego, se percataron de su leve olor a alcohol.

"¿Eh? ¿Y eso? Fuiste a cenar, no a beber... ¿Nos estás mintiendo?"

"No, espera... Llega a las doce am, oliendo a vodka, y con la ushanka mal acomodada-."

"¡No, no, no! ¡No es lo que piensan!".

Fue complicado explicar -y convencerlos- de que no había hecho lo que sus sucias mentes aseguraban.

Finalmente, después de ese interrogatorio extenso, y de tener que jurarle a sus hermanas que jamás usaría a alguna chica así, pudo pasar a su habitación y descansar, ¡después de tanto!

El solo pedía un día tranquilo... ¿Era complicado tenerlo?

Terminó por levantarse después de ponerse una camisa para cubrir su pecho desnudo, abrió la puerta y bajó por las escaleras para poder almorzar.

Escuchó algunos gritos de sus hermanos, nada del otro mundo o por el cual cubrirse los oídos con cualquier cosa, solo eran peleas tontas por una almohada, en la que participaban -tal vez- todos sus hermanos.

Terminó por bostezar y alzar la ceja al notar que no había algo preparado, solo la muestra que habían cocinado, pero no le dejaron.

Gruñó molesto, no era el problema de sus hermanos, tal vez para la próxima se levantará más temprano o algo así.

Soltó un suspiro y terminó por acomodarse en el sillón marrón de ahí, la sala, sola pero no silenciosa.
Desbloqueó su teléfono para revisar cualquier cosa.

-- Oye, ¿vas a comer? --preguntó Bielorrusia, desde arriba de las escalera.

-- Nop, no tengo hambre --mintió.

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