Capítulo 1

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La junta en la sede de la ONU en Nueva York había finalizado

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La junta en la sede de la ONU en Nueva York había finalizado.
Algunos, impacientes por salir, recogían sus cosas con prisa. Aunque, los latinos que eran más quisquillosos y observadores caían en la cuenta de que los únicos quienes se preparaban para irse eran ellos.

-- Ey, ya vámonos --una voz sacó de sus pensamientos a México, la cual estaba concentrada en un punto fijo.

-- Sisi, ya voy, no me apures --contestó mientras se levantaba tomando su maletín.

Ambos dieron una mirada a la sala y salieron para llegar a abajo e irse junto a los demás hispanos que los esperaban en el estacionamiento.
La reunión fue/se podría clasificar como normal, algo monótono.

Una vez se aseguraron de ser todos, intercambiaron algunas palabras y cada quien se subió a su auto para ir al lugar al que iban después de todas las juntas de la Organización de las Naciones Unidas.

Algunos compartían carro, otros iban solos, como es el caso de la mexicana.

Llegaron a un ligar que, aunque parecía una casa cualquiera, era donde se reunían, normalmente para pasar el rato hasta que surgiera un hecho relevante que debían atender.

Mientras se estacionaban, una organización salía de aquella casa con una sonrisa, esperando a que se le acercaran para comenzar su rutina con los miembros de la organización.

-- ¿Por qué se tardaron, mamones? --cuestionó a modo de regaño.

-- Estos idiotas fueron los que se tardaron --señaló Argentina refiriéndose a Guatemala y México.

-- ¿Yo qué? México fue la que pensó que teníamos todo el tiempo del mundo --el guatemalteco se cruzó de brazos.

-- Perdón, es que la actitud de ONU se veía sospechosa --escuzó recordando el comportamiento extraño del de piel celeste.

-- ¿Qué tanto? --cuestionó OL.

-- Era como si estuviera ansioso, pero el hecho de que nos mirara a Guatemala y a mí de reojo me hace creer que estaba desesperado porque nos retiráramos --dedució.

-- ¿Significa acaso que se viene algo que tendremos que investigar? --comentó con alegría el uruguayo.

-- En efecto --contestó la organización, haciendo a todos alegrarse.

Todos pasaron hacia la casa del latino (1*), donde se sentaron en la sala a conversar y a especular sobre aquel comportamiento llamativo de ONU.

Nadie jamás se habría imaginado estar en aquella situación, latinos creando su propia organización, y mucho menos que esta cobrara vida.
Aunque no es su culpa, les han hecho creer que eso de crear organizaciones era solo de potencias y países importantes.

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