Capítulo 5

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Después de aquel incidente, se reunieron como siempre en la casa de OL, aunque, al finalizar la junta, el latino recomendó (obligó) a la mexicana a dormir ahí, pues no quería que se quedara sola y que aquello se repitiera

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Después de aquel incidente, se reunieron como siempre en la casa de OL, aunque, al finalizar la junta, el latino recomendó (obligó) a la mexicana a dormir ahí, pues no quería que se quedara sola y que aquello se repitiera.
De todas formas, en la casa habían dos habitaciones, así que no hubo inconvenientes.

Al día siguiente por la mañana -desde muy temprano, de hecho, ni OL se dio cuenta-, la chica se levantó y partió a su hogar para darse una ducha, cambiarse e ir a la reunión de la ONU, todo esto teniendo cuidado, pues su brazo aún dolía y no quería lastimarlo más.
Aunque sabía que, si faltaba, estaba totalmente justificado, pero de todas formas fue, no lo veía necesario.

Los latinos llegaron intencionalmente tarde para aún conservar ese estereotipo de irresponsables; sí, odiaban ese "insulto", pero era más fácil mantenerlo que hacer algo al respecto. Normalmente, las personas viven más cómodamente en la ignorancia.

Cada uno estaba en su asiento, observando con aburrimiento como la organización celeste hablaba sobre un tema que ya les daba flojera mirar por lo repetitivo que se había vuelto.

Y pensar que tienen reuniones secretas donde hablan de cosas interesantes.

La única razón por la que la junta se pasó relativamente rápida fue por quedarse dormida en grandes lapsos de tiempos, en donde Guatemala le despertaba para que ONU no la atrapara dormida.
Estaban preparándose para irse, aunque se detuvieron porque el español les había llamado para hablar acerca de la pedida de mano.

Algo que algunos países y ONU miraron con fastidio; no les molestaba que estuvieran comprometidos, les molestaba que tuvieran que hablar en ese momento, interrumpiendo el casi inicio de la segunda reunión.

Terminaron de contar la historia emocionados, por lo que sus hijos continuaron guardando sus cosas para poder retirarse.

Centrándonos en México, conversaba con Belice caminando hacia la salida, pero se detuvieron porque escucharon como alguien llamaba a la primera.

-- Мексика! --habló Rusia acercándose a ambas, principalmente a la mexicana.
>¡México!

-- Te espero abajo --susurró Belice, dejando a los países solos.

-- Eh, holis, Rusia --formuló la latina frente al mayor de estatura-- ¿Necesitas algo? Y, eh...muchas gracias por quedarte conmigo --agradeció con una sonrisa.

-- Oh, no es nada, no me gustaría que te pasara algo malo --comentó haciendo que, aunque México se comprendiera, no lo mostrara-- Y quería saber algo.

-- Échame la pregunta --exclamó sonriente y confiada.

-- Verás, eh... --rascó su cuello, pensando en si aquello era una buena idea-- Lo que te pasó me preocupa, no quiero que te vuelva a pasar, por lo que quiero pasar más tiempo contigo para asegurarme de que estás bien.

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