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En la penumbra de la habitación de los Jung, Jaehyun abrió los ojos encontrándose con la serena expresión de su esposo aún sumido en el sueño. Sin falta alguna, cada mañana dedicaba unos minutos a admirar la belleza de Taeyeon, sus largas pestañas y su piel de porcelana.


Para Jaehyun, despertar cada día con una vista tan exquisita era un privilegio único, o eso creía él.

Los pensamientos del joven, sumados a la hermosa imagen de su cónyuge y los sentimientos que surgían al estar junto a él, provocaron una brillante sonrisa en su rostro, haciendo que sus singulares hoyuelos fueran visibles.

Tras un rato, se obligó a levantarse para iniciar su rutina matutina, ya que desde que tomó las riendas de la empresa familiar hace cinco años, estaba acostumbrado a ello.

Se deshizo de su ropa de dormir, se enfundó en su clásico traje oscuro en silencio, consciente de que no quería perturbar el sueño de su bello esposo, a quien no le gustaba levantarse temprano ni que lo molestaran.

Por desgracia, esa mañana, un pequeño incidente con un jarrón cerca de la cama terminó en un estruendo y el adorno roto en el suelo, despertando al rubio, quien no ocultó su molestia.

- ¿No puedes ser más silencioso? - recriminó Taeyeon con furia en sus ojos.

- Lo siento, Tae, se cayó, yo... - intentó explicar Jaehyun, pero fue interrumpido bruscamente.

- Deja de hacer tanto ruido - ordenó Taeyeon cortantemente, antes de volver a su posición para intentar retomar el sueño.

Mientras intentaba dormir nuevamente, en la mente de Taeyeon, anhelaba seguir con su sueño, donde se casaba con Johnny, su amante, y lograba adquirir todas las acciones de los hospitales de los Jung. Una fantasía que, por el momento, solo podía disfrutar en sus sueños más profundos.

Jaehyun, observando a su esposo retomar su sueño, decidió salir de la habitación, ideando cómo podía satisfacer a su amado cónyuge y dejar aquella pequeña disputa como un incidente pasajero.

Bajó hacia la planta baja y se dirigió a la cocina. Allí, encontró a su pequeño Sungchan y a la ama de llaves conversando, mientras el niño sostenía su plato de cereal con leche entre sus manitas.

- Buenos días - saludó Jaehyun desde la puerta con una sonrisa, viendo al niño depositar su tazón en la mesa y acercarse a él.

- ¡Buenos días, papi! - el hombre se acercó al menos y lo abrazo como acostumbraba

- Buenos días señor Jung - saludo Martha desde su lugar

- ¡Papi! ¡Papi! - El sonido alegre de la voz del pequeño Sungchan inundó el espacio, llamando la atención de Jaehyun con cada palabra - Hoy me despedté tempdano poque estaba emocionado pod la escuela, es mi primed día así que tengo que llegad muy tempdano - El niño canturreaba, ansioso por captar la atención de su padre y compartir su emoción en su primer día de clases, susurrando casi ininteligiblemente por la emoción acumulada.

El rostro de Marta se iluminó con una sonrisa mientras se dirigía hacia la cafetera, presenciando aquel momento entre padre e hijo. Para ella, ver al pequeño Sungchan en su felicidad más pura era una de las alegrías más grandes de su día. La felicidad del niño era el ingrediente más valioso en aquel hogar. Y Jaehyun, observando el brillo en los ojos de su hijo, no podía pedir más que esos momentos de dicha que llenaban su corazón.

- Es maravilloso verte tan emocionado, pequeño - expresó Jaehyun con una sonrisa cálida, irradiando amor y orgullo mientras miraba al niño. Ver a Sungchan emocionado y ansioso por aprender era un bálsamo para su alma, y le recordaba constantemente el privilegio de compartir su vida con Taeyeon, su amado esposo, cuya compañía y amor eran su mayor anhelo en cada día que pasaba.

 L'usurpateurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora