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Taeyong tragó duro y desvió su mirada hacia otro lado, sintiéndose intimidado y nervioso por la forma en la que la mayoría de presentes en aquella sala le dirigían la mirada.

Incluso sentía que sus palmas estaban empezando a sudar, no porque aquello de lo que le acusaban fuese cierto, si no porque ser el centro de atención le era incómodo.

— No firmé aquello — aseveró sin levantar la vista intentado inútilmente disipar su ansiedad — m-mi secretario es testigo de ello

A pesar de los intentos por mostrarse fiel a lo que decía, nadie parecía creer ni una sola palabra que salía de la boca del rubio.

Aquel acontecimiento era la excusa perfecta para recibir miradas llenas de odio y rencor, pues su gemelo no era alguien con un aura amable para el resto de trabajadores, incluso fue sorprendente ver al esposo del presidente Jung en aquella sala, pues Taeyeon no sé molestaba en estar presente en ninguna reunión de importancia.

— Si esos 10 mil millones no están de vuelta, nuestro imperio caerá totalmente y nos dejará en la ruina — afirmó Jongin ojeando unos documentos que tenía en manos

Unos murmullos empezaron a sonar en la sala, formando una tensión aún más grande de la que ya había, era claro que toda aquella pérdida significaba que la compañía estaría en la quiebra muy pronto.

— Estamos acabados y todo por la maldita firma del imbécil de tu esposo — acusó Yerin con una mirada furiosa hacia su cuñado, quién sólo bajó la cabeza sumisamente

— Tal vez un préstamo pueda salvar esta situación — acotó un joven contador que estaba en la sala — 5 mil millones bastarán para recuperar poco a poco todo lo perdido

— ¿Y que te hace pensar que un banco nos prestará tales sumas? Te recuerdo que aún tenemos una deuda pendiente por la compra de equipos nuevos hace 2 años — dijo un señor de edad avanzada, logrando callar al joven

— Nuestros contactos podrían darnos un préstamo — sugirió Yerin observando atentamente a la reacción de su hermano y Jongin

— Evalúen los perfiles de cada uno y quiero toda la información para mañana a primera hora — ordenó Jaehyun, recibiendo un "si, señor presidente" de parte de todos los presentes — Es todo, pueden volver a sus actividades

...

"Su rostro se me hace familiar" pensó Yuta y otra vez mientras daba unas cuantas vueltas a la habitación en la que se estaba quedando en la casa de los Jung.

Desde el primer momento en que vió el rostro del esposo del presidente Jung, algo le parecía familiar en él.

Cómo si ya se hubiesen conocido.

Pero su mente no recordaba absolutamente nada, a pesar de sus constantes esfuerzos por rebuscar muy bien en sus recuerdos.

Debía conocer un poco más del misterioso Taeyeon Jung, y el por qué una parte suya le decía que ya había visto ese rostro anteriormente.

...

Taeyong caminaba por el parque cercano a la casa de los Jung para distraerse un poco antes de partir hacia la escuela de su pequeño sobrino.

Sentía que sus problemas estaban cada vez peores, mientras su mente le recriminaba una y otra vez que era un mal hermano, pues probablemente está destrozando la relación de su gemelo con su actual marido.

Ahora sólo tenía que buscar una solución a un problema que nunca ocasionó para dejar de ser señalado cómo la causa por la probable quiebra de los hospitales Jung.

— Al parecer tengo mucha suerte hoy — se escuchó una voz melodiosa a sus espaldas, y sin darse cuenta su mente dispuso toda su atención en aquella persona que le hablaría.

Giró sobre sus pies y encontró al chico de cabellera negra, ojos pequeños y de brillante sonrisa que había conocido hace no mucho en ese mismo parque.

— ¿Doyoung?

— El mismo —dijo el pelinegro sin quitar la sonrisa de sus labios y los ojos en aquel rubio que llevaba buscando hace muchos días con la esperanza de verlo nuevamente — Esperaba poder encontrarte de nuevo, no tengo un contacto tuyo así que fue bastante difícil dar contigo.

Taeyong sonrió e invitó al chico a tomar un café mientras charlaban sobre ellos para conocerse mucho mejor. Hubo mucho más momentos en los que reían y hablaban amenamente, pero habían momentos en los que Taeyong se distraía y una mueca se formaba en su rostro, confundiendo de sobremanera a su acompañante.

— ¿Está todo bien? Te noto muy distinto a ese día en el que te encontré con el pequeño Sungchan

— N-no es nada — esbozó una pequeña sonrisa evitando la mirada del contrario para evitar que Doyoung note su evidente mentira — Es sólo un pequeño problema que tuve hoy en el trabajo, pero no es nada importante

Doyoung dejó su taza de café en la mesa y acercó su asiento a la mesa para poder escuchar mucho mejor al lindo rubio que tenía enfrente

— Si es algo que te tiene así, no debe de ser tan pequeño como dices

El chico sólo tomó un sorbo de su café lentamente para poder pensar mejor si es que era buena idea compartir sus problemas con alguien más, después de todo no era costumbre suya el estar comentando a alguien más sus cosas personales.

— Me parece que no estás tan convencido de contarme — aseveró el pelinegro observando al contrario con detenimiento — Está bien, no hay problema con ello de verdad

— Lamento no poder contarte, no es fácil para mí compartir mis problemas. Tal vez cuando solucione mi problema, te pueda comentar al respecto

...

— Pasa, querido — anunció la señora Jung desde el otro lado de la puerta con una sonrisa mientras apagaba la televisión

— Señora, permiso — el rubio caminó y se sentó junto a la señora Jung en el amplio sofá que se encontraba en su habitación — El doctor mencionó que su tratamiento empezó con el pie derecho, y también dijo que usted está poniendo mucha fuerza de voluntad, la felicito

— Ven aquí, querido — la mujer sonrió y abrió sus brazos para recibir a Taeyong en un cálido abrazo en agradecimiento — Todo es gracias a ti, tal vez si no fuese por ti, seguiría en el mismo hueco en el que estaba

Una vez que Taeyong se separó de los brazos de la mujer, le regaló una dulce sonrisa al notar el nuevo semblante de la matriarca de los Jung.

Le alegraba poder estar arreglando aunque sea uno de los problemas que tenían en esa casa, claro además de los tratos hacia Marta y Sungchan.

— Estoy muy feliz por usted, de verdad creo que este tratamiento funciona, tengo la esperanza en ello

Sin embargo, su conversación se vió interrumpida por un pequeño niño que entró a la habitación para abrazar a su abuela a la que tanto extrañaba.

— Mi pequeño, Sungchan

— ¡Abuelita Anne! — abrazó a la anciana y no pudo evitar notar que ella tenía un olor distinto — Hueles muy bien como a flodes — afirmó el menor una vez que el acto de afecto culminó — Y tu cuarto está muy bonito — Sungchan admiraba la habitación de Anne con suma curiosidad

— A mi también me gusta, pequeño — sonrió la señora en tanto acariciaba la cabellera de su nieto — Y todo se lo debo a tu papi Taeyeon

 L'usurpateurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora