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La atmósfera tensa de la reunión se hacía cada vez más densa, y Taeyong decidió levantarse de su asiento para llamar la atención de todos los presentes, inclinando la mirada hacia Doyoung con una mezcla de desafío y súplica.

— Señor Kim — pronunció Taeyong, su voz resonando en el espacio — Si los Jung por soberbia no están dispuestos a aceptar sus condiciones, le ruego encarecidamente que las retire.

— Imposible — respondió Doyoung con una seriedad que no dejaba lugar a la negociación ante la petición del rubio.

— Por favor, considera la situación — rogó Taeyong, intentando desesperadamente encontrar una solución al gran problema en el que estaban inmersos.

— La he evaluado, señor Jung. Pero mi condición se mantendrá inamovible — afirmó el joven empresario, sus palabras resonando con firmeza en la sala, bajo las miradas penetrantes de los hermanos Jung — A veces, el dinero convierte en enemigos a los hermanos, en desdichados a los buenos y en inhumanos a los peores. Mantendré mi condición, y lo único que puedo ofrecerles es un plazo de tres días para que la acepten o no. Si no es de esta manera, deberán atenerse a recibir la misma respuesta. Buenas tardes — concluyó, levantándose y dando por terminada la reunión con la familia Jung.

Una vez fuera de la casa de los Kim, Taeyong se encontraba en el asiento del copiloto, visiblemente frustrado por la negativa de los hermanos Jung frente a la solución propuesta por Doyoung. Mientras tanto, Jaehyun conducía, intentando mantener la calma frente a los reclamos del más bajo por su negatividad.

— ¿Hasta cuándo seguirás culpándome? — preguntó Taeyong, exhausto de escuchar las mismas acusaciones de Jaehyun — Te lo he dicho. ¡No es mi culpa!

— Eres injusto, siento la necesidad de tomar el primer avión y alejarme de todo esto — expresó Jaehyun, su voz reflejando la frustración y el desconcierto.

— Te advierto que no lo hagas, en serio podría ser capaz de... — comenzó Taeyong, pero Jaehyun lo interrumpió con un tono desafiante.

— ¿Qué me importa a mí la muerte? — replicó el rubio, apenas prestando atención a la respuesta de su cuñado.

— Ahora tendremos que aceptar la oferta del señor Kim porque, al parecer, mi madre también está enterada de todo esto — afirmó Jaehyun, conteniendo su ira al no tener una excusa convincente para el trato propuesto por el hijo de Kim.

— ¡Y porque están arruinados! ¡Porque lo necesitan! — gritó Taeyong, frustrado por la negatividad y la obstinación de los demás.

— ¿Te das cuenta de lo que enfrentamos? ¡Tú serías el líder! — espetó Jaehyun y luego se mofó de sus propias palabras, mirando momentáneamente hacia el asiento del copiloto donde se encontraba "su esposo" — ¡Es un mal chiste!

— Pues yo creo que lo haré mejor que ustedes — aseveró Taeyong, cruzando los brazos, evidenciando la clase de persona que era Jaehyun.

— No me hagas perder los estribos, Taeyeon — rogó Jaehyun en un tono bajo y cansado.

— Pierde lo que quieras — contestó el rubio rápidamente, apartando la mirada para observar la imponente casa de los Jung.

— No te soporto — admitió Jaehyun en voz baja mientras ingresaban por el patio de la casa.

Taeyong estaba exhausto de seguir esa discusión, solo quería desahogarse después de la incómoda reunión.

— Y yo no soporto que se hayan expuesto frente al señor Kim por el ridículo temor a que yo los dirija. ¿Qué clase de familia son? ¡Dímelo! — El auto frenó de repente a pocos metros de la puerta, desconcertando a Taeyong, que solo dirigió su mirada hacia Jaehyun, quien lo miraba furioso, una mirada que se sentía cargada de rabia, que se podía percibir incluso a kilómetros de distancia.

En el instante en que Jaehyun estaba a punto de hablar, Taeyong actuó más rápido y desabrochó el cinturón de seguridad para alejarse.

— Mañana discutiremos este asunto tú y yo a solas — declaró, abriendo la puerta con su madre presente. Mientras los grados, los hermanos Jung y todos se burlen de mí, acepto el reto. Quiero dirigir los hospitales de tu familia, y lo haré.

— Taeyeon...

— ¡Déjame! — pidió el más bajo, alejándose para abrir la puerta del copiloto — Mañana hablaremos.

— ¡Jaehyun, hijo! Estaba muy preocupada. ¿Cómo les fue? — preguntó Anne una vez que su hijo se sentó frente a ella.

— Todo salió mal, madre — contestó el alto, sujetando la taza de té que ella le había preparado y dando unos sorbos al líquido caliente.

— ¿El señor Kim se niega a dar el préstamo?

— No — Jaehyun dejó la taza a un lado, concentrándose completamente en la conversación que tenía con su madre — El hijo de los Kim impuso una condición totalmente absurda.

— ¿Tan terrible es esa condición? — indagó la mujer, intrigada por la información.

— Quiere conceder el préstamo solo si Taeyeon asume el cargo de asesor general de los hospitales, emitiendo órdenes que todos deben obedecer sin cuestionar.

— ¿Y están dispuestos a perder el préstamo que nos salvaría a todos por eso? — Anne estaba furiosa, aunque su mirada no lo reflejara en ese momento, estaba al borde del estallido por la errada decisión de su hijo.

— ¿Pero entiendes lo que significa obedecer a Taeyeon? — preguntó Jaehyun, esperando que su madre reconsiderara y le diera la razón absoluta

La atmósfera en la habitación se tornó tensa con las palabras de la madre de Jaehyun, cuestionando vehementemente la decisión que se avecinaba.

— ¡¿Por qué no?! — estalló la mujer, respondiendo en un parpadeo — ¡¿Por qué es doncel?!

— Pero, madre...

— No, no hay excusas — reprendió firmemente, cortando cualquier intento de justificación de su hijo — Sería prudente que reconsideraran esta decisión — interrumpió rápidamente, antes de que Jaehyun pudiera pronunciar una explicación que claramente ella no deseaba escuchar — ¡Y si no lo hacen, aquí estoy yo para obligarlos! Recuerda bien que tu puesto como presidente puede ser removido por mí.

La solicitud nocturna de la señora Anne desconcertó a Taeyong. Pasaban de las once de la noche y encontrarse con la ama de llaves en su puerta, informándole sobre la urgente necesidad de hablar con la matriarca de la familia, no era algo habitual.

¿Acaso tenía relación con la reunión de hoy? Se preguntó Taeyong a sí mismo mientras se esforzaba por descifrar el propósito repentino de la llamada.

— Está bien, Martha. Dile que iré de inmediato — respondió Taeyong, inquieto por la inusual solicitud, pero dispuesto a atender el llamado de la matriarca de los Jung.

 L'usurpateurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora