CAPÍTULO XVI

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Dorian Berrycloth

Melisa y yo caminábamos alrededor del campo de beisbol donde entrenaba mi pequeño hermano, noté como me miraba mucho, no me incomodaba, pero tampoco me agradaba.

- ¿Pasa algo? - pregunté.

-Tienes algo en los dientes- soltó y me sonrojé de vergüenza.

Pase mi lengua discretamente por mis dientes y ella reía, era verdad que yo comí rápidamente un emparedado antes de venir y no me moleste en lavarme los dientes porque ellos ya iban de salida y no podía dejarlos venir solos. Seguimos hablando, ignorando lo que ocurrió, yo me evité mostrar los dientes en todo momento. Ella dejó de verme y toda su atención estaba en frente, donde mi hermano entrenaba, él ya tenía experiencia porque yo siempre practicaba con él y eso lo hacía bueno, literalmente creo que más que yo.

De reojo vi a Melisa, que veía a Samael demasiado orgullosa, ¿En alguno de mis partidos me habrá visto así? Regresé la vista a mi hermano que corría a la 3ra base y aún los demás no terminaban de tomar la pelota, cuando llego a la cuarta hice un puño y lo moví de manera de festejo.

-Lo hace muy bien- exclamó Melisa.

-En mi familia hacemos todo bien- exclamé.

Ella puso los ojos en blanco y siguió caminando, acto que yo seguí.

-En serio que no termino de soportarte- exclamó.

-Te acostumbrarás- comenté.

-Contigo no es fácil acostumbrarse a nada.

Seguimos paseando sin decir nada, así estuvimos hasta que Samael acabó su entrenamiento y tuvimos que volver a casa.

En el trayecto Samael nos habló de que se sentía muy bien y le emocionaba poder practicar su deporte, yo lo aliente y Melisa rodaba los ojos sonriendo.

Entramos a la casa y mi hermano salió disparado a su habitación para darse una ducha, mientras que yo subí a la mía para coger mi laptop y bajar a la cocina a terminar el trabajo pendiente. Me quedaría en mi habitación, pero ya empezaba a cansarme del mismo ambiente.

Puse todos los papeles y mi laptop en la mesa, busqué un bolígrafo que se suponía que traía en mi pantalón, hice un gesto de desesperación y subí por él.

Regresé y empecé a trabajar, así estuve un par de horas y necesitaba desestresarme para continuar, me levante de la silla y salí al patio trasero con un vaso de jugo de manzana en mi mano, saque un cigarro de mi bolsillo y después dejé el vaso en la mesita que tenía a un lado para poder encender el Cigarro.

La noche estaba tranquila, no se escuchaba ningún ruido, solamente estábamos la oscuridad y yo, miré arriba y la luna estaba en cuarto menguante, las estrellas resaltaban por su gran brillo. Yo prefiero mil veces la noche y la lluvia que día y soleando. Siento que es más inspirador y majestuoso. Terminé mi cigarro y cogí mi vaso para volver adentro.

Adentro lo primero que pude observar fue a Melisa recargada en la mesa viendo en mi laptop mi trabajo.

- ¿Qué ves chismosa? - dije bromeando.

-Pusiste los resultados de las cuentas al revés- aseguró.

-No es verdad- me senté en la silla.

-Claro que sí- replicó.

Mire la pantalla buscando el error que ella aseguraba que tenía, no encontraba ninguno.

-No tengo ningún error- aseguré.

Ella me quitó el poder de la laptop y me sonrió.

-A simple vista no se ve, pero si le haces clic a la fórmula aparece que los hiciste invertidos, donde iba la deuda pusiste la ganancia y donde iba la ganancia pusiste la fórmula.

My downfall is youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora