CAPÍTULO XXXI

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Dorian Berrycloth


Me sentí seguro, en paz y más que nada feliz, hace mucho que no me sentía así. Yo admiraba su naturaleza, tan simple y natural, su sonrisa sin una pizca de ser fingida.

La admiraba a lo lejos en la cafetería, una que otra vez unimos miradas un par de segundos después de sonreír.

Sentí un golpe en mi hombro y era Cole que se sentó a un lado de mí, luego me miró y después a Melisa.

-Oye, si quieres entrar a mi casa a escondidas debes guardar silencio, que no me dejaste dormir- se quejó.

-Perdón, pero no puedo evitarlo- respondí y sonreí.

Volvió a mirar a Melisa y regresó a mí.

- ¿De verdad te gusta? - preguntó.

- ¿Se me nota demasiado?

-Solo no la lastimes- exclamó y yo me levante.

Ella miró mis movimientos y yo le hice una pequeña ceña con la cabeza a que me siguiera, no tardó en hacerlo.

Me metí a un salón vacío y espere a que ella pasara, cuando lo hizo la jalé adentro del salón y la tome del cuello para poder besarla.

Ella sonrió en mis labios y la tomé de las piernas para alzarla y sentarla en el escritorio.

-Te extrañé- avisé.

-Y yo a ti- respondió.

Sus manos fueron hasta mi cinturón y lo desabrochó, yo miré su cara perversa sabiendo lo que quería.

- ¿No tienes miedo? - pregunté.

Ella evadió mi pregunta y me dio la vuelta, luego me dio un ligero empujón sentándome en el escritorio. Luego ella subió sobre mí.

Cuando estaba a punto de besarme de nuevo fuimos interrumpidos por la campana.

-Esto tendrá que esperar- exclamó y yo puse una cara de decepción.

Se bajó y me dio un pequeño beso antes de dirigirse a la puerta.

-Antes de que te vayas, tengo algo para ti- avisé.

Ella me miró confundida y yo tomé mi mochila para sacar una cajita roja.

Se la dí y ella la abrió, sus ojos brillaban de emoción.

Era un collar con un dije de mariposa.

-Es mi animal favorito- exclamé.

-Lo sé, tu diario tiene dibujada una en cada esquina- dije burlón.

-¡Leíste mi diario!

-Tienes un sueño muy profundo- bromeé.

Me tiró una mirada amenazante y salió del salón, yo reí.

Caminé por el pasillo para llegar a mi clase, aunque recordé que la maestra con la que me tocaba no me dejaría entrar ya que ya habían pasado los 15 minutos de tolerancia.

Opte por ir a los campos de fútbol en lo que pasaba la hora.

En las gradas me senté, aislado de los demás y saqué de mi mochila un cigarrillo de marihuana. Era el horario perfecto, ya que a esta hora los maestros de actividad suelen ir a platicar a las bodegas y nadie esta vigilando.

Lo puse en mi boca y observé las canchas donde los chicos jugaban, saqué mi encendedor de la mochila y lo encendí, miré un par de segundos la flama, luego lo volví a encender 2 veces más y me arrepentí, así que mejor lo guardé junto con el cigarrillo y ahí me quedé hasta que acabara esa hora.

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2023 ⏰

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