CÁPITULO II

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Dorian Berrycloth

El día estaba particularmente tranquilo, lo oscuro de la noche se empezaba a apoderar de mi habitación.

Estaba leyendo El príncipe cruel hasta que deje de distinguir las letras por lo oscuro de mi habitación y la vista ya la tenía cansada. Deje el libro en la repisa donde tengo mi minibiblioteca junto a mi libro de luz que deje de usar hace dos meses desde que se le acabó la batería y no he vuelto a comprar una. Siempre que iba al centro comercial se suponía que iría por eso, pero cuando regresaba venía con muchas cosas, excepto la pila.

Jalé la silla de mi escritorio y la dejé junto a la ventana que tenía abierta, me senté y me puse admirar la noche. Cada estrella brillaba más que cualquier cosa, podría decir que a veces imaginaba que era la estrella Canopus.

Recuerdo cuando era pequeño y mi padre me enseñaba cada estrella y los nombres que le puso. Me parecía la cosa más hermosa y magnífica de todas. Estar ahí viendo lo que nos rodea y deseando ser una de ellas, que parecen pequeñas de lejos, enormes de cerca y que brillan a pesar de ser el fin. Simplemente fuertes y hermosas, me recuerdan a mi madre.

Bajé a tomar un vaso de agua a la cocina, donde me encontré con mi padre hablando con mi hermano.

-Dorian, quería hablar contigo- dijo mi padre.

- ¿Sobre qué? - pregunté.

-Hable con Samael y creo que sería buena idea contratar una niñera.

- ¡¿Qué?!, si yo lo cuido muy bien y nos divertimos. - repliqué.

-No pienso que quitarle un diente con un carro a control remoto fuera divertido- Sonreí y recordé aquel día en el jardín cuando mi hermano se quejaba porque le dolía el diente y se me ocurrió acabar con su dolor amarrando su diente y sacarlo de manera rápida.

-Bueno, tal vez no fue la mejor idea, pero fuera de eso soy bueno cuidándolo.

- ¿Y la vez que fueron a jugar beisbol y termino en el hospital? ¿Y la vez que montaron a caballo y se te ocurrió subirlo al caballo más rápido que a un poni? ¿Y la vez...- Lo interrumpí

Bueno, bueno, tal vez es cierto que no sé cuidar niños, pero las risas nunca faltan.

-Hagan lo que quieran, Samael me preferirá a mí con el tiempo- dije seguro y subí otra vez a mi habitación.

Me di cuenta de que necesitaba desestresarme y marqué.

-Voy para allá, llego en cinco- no deje que hablara, solo colgué y salí.

Una de mis manos se posa en su nalga, presionando su cuerpo contra mi boca. Cada segundo que pasa subo la intensidad, puedo sentir como se contrae mientras hace la cabeza hacia atrás mientras una de sus manos va a mi nuca para que no separarme.

Me detengo cuando siento que está a punto de tener el orgasmo, la volteo con salvajismo y le doy una nalgada.

-¡Ay!- grita, pero sé que le gusta.

No tardo en ponerme un condón y presiono su cuerpo con el mío, penetrándola de una embestida. Con una de mis manos le sostengo la cadera y con la otra jalo su cabello.

Observo nuestro reflejo en el espejo y siento mi rostro enrojecer, en eso siento que estoy a punto de derramarme, así que la embisto más rápido.

Ambos acabamos y nos acostamos boca abajo sobre la cama, recuperando el aliento.

Me levanto rápido de la cama y empiezo a vestirme.

-Pensé que no querrías verme después de tanto tiempo- dijo ella con su voz entrecortada.

My downfall is youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora