CAPÍTULO VIII

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Dorian Berrycloth

Tome mis cosas y empecé a subir las escaleras, luego camine al pasillo que me llevaba a mi habitación, entre y cerré puerta con seguro. Me aventé a la cama, sinceramente no sabía en qué pensar.

Leí un poco y después me metí a bañar, me vestí y tomé mi celular, cartera y un paquete de cigarros. Salí de mi oscura habitación y bajé.

Melisa comía junto con Samael, ambos voltearon a verme cuando me notaron ahí.

-Vendré tarde- Avisé.

Melisa asintió con la cabeza con no muy buena gana. Salí de la casa y me dirigí a mi nuevo trabajo.

Llegue a las oficinas donde todos me recibieron amablemente, aunque con sus caras hipócritas de estar contentos de tenerme ahí y pensar que me regalaron el puesto. Que, a pesar de no contar con el título, sé muchas cosas porque me intereso esto desde niño y mis habilidades son impresionantes.

Entre a la que sería mi oficina, las paredes eran de cristal, y tenía una vista preciosa de la ciudad, aunque había muchas flores, no era un problema para mí, de hecho, me agradaba.

Empecé a hacer las cuentas de gastos de la empresa de forma que nada pudiera distraerme. Hasta que sentí un mal estar en mi estómago. Salí corriendo al baño y vomité.

Mi padre estaba afuera con mirada preocupada.

- ¿Estás bien? - preguntó.

-Sí

-Creo que es mejor que vayas a descansar- exclamó mientras me tomaba del hombro.

-No, estoy bien- me negué.

-No te lo estoy diciendo como tu padre, sino como tu jefe- ordenó.

Cerré los ojos y después los abrí para ponérselos en blanco.

Tome mis cosas molesto y salí de la oficina, llegue al estacionamiento y avente las cosas que traía dentro, me subí al auto y me recargue en el volante.

Empecé a conducir para ir a casa, el día estaba nublado a punto de llover. Me apresure para no mojarme, tome mis cosas y salí corriendo del auto para entrar a la casa.

Melisa y Samael estaban leyendo, o eso creo, ella me miro rápido y después volvió a mirar a Samael.

Subí rápido porque las ganas de vomitar volvieron, me arrodillé en el baño y empezó a vomitar.

Sentí como unas manos me tomaban de los hombros, me quitaban la chaqueta y después me empezó a acariciar la espalda.

Me aventé hacia atrás y ella me sostuvo, para posteriormente pasarme una toallita por la boca.

- ¿Qué te paso? - preguntó.

-Supongo que algo me hizo mal- dije sonriendo.

-Ven conmigo- tomo mi muñeca de forma que me ayudara a levantarme y después caminamos a mi habitación, me recosté en mi cama después de haberme quitado la camiseta.

Ella salió de la habitación y volvió con pastillas, un termómetro y un tazón con una toalla y agua. Me toco la frente y me puso el termómetro.

- ¿Y Samael? - pregunté.

-Dormido en la sala.

- ¿No estaban leyendo?

-Se suponía, pero se estaba quedando dormido desde hace como 20 minutos, mejor lo deje descansar- respondió mientras sonreía un poco- Ahora no te muevas mucho- ordenó.

Me quede quieto hasta que el termómetro sonó, lo vio con preocupación y me miró.

-Tienes 39.2, ahora te daré un poco de sopa y después te daré una pastilla- díctamo.

My downfall is youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora