CAPÍTULO XI

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Melisa James

- ¿Qué haces aquí? - espeté molesta.

-Lo mismo pregunto- respondió Dorian molesto- Te vi salir de mi casa rápido, por eso decidí seguirte, pero al parecer fue para una "cita romántica"-exclamó molesto.

-Ella no necesita pedirte permiso para salir, Dorian- interrumpió Godrick.

- ¡Tú no te metas! -ordenó- ¡Te dije que te alejaras de ella!

- ¡Relájate!, lo que yo haga o dejé de hacer no es de tu incumbencia- contesté.

- ¡Lo hago porque me preocupo por ti!

- ¿Y por qué deberías hacerlo? - pregunté.

-Tal vez porque eres casi como una hermana para Cole y para mi hermano- ironizó.

- ¿Y para ti? - pregunté.

-No eres nadie- respondió.

-Si no lo soy, no te incumbe lo que haga- resoplé- ahora debes irte- ordené.

- ¡No me voy de aquí sin ti! -exigió.

- ¡No eres mi papá! - repliqué.

El enojo se me subía por las venas, el aire me faltaba, la escena era demasiado incómoda, he inesperada.

-Y no sabes lo orgulloso que estoy de no serlo.

-Yo te llevaré a tu casa- exclamó Godrick.

- ¡Eso jamás, estás idiota si crees que permitiré que se vaya con alguien como tú! – gimió.

-¡Cállense!- ordené- ¡no me iré con ninguno de ustedes idiotas!

Caminé rápidamente por las sombras para irme a mi casa, sentí como una mano me tomo del antebrazo y yo la quita bruscamente.

-Te voy a acompañar, es peligroso- Exclamó Godrick.

-No, gracias- respondí.

Caminé otra vez y me alejé tanto que ya no pudieran seguirme, la oscuridad invadía cada rincón, lo único que alumbraba era las lámparas que había y que no alumbraban muy bien.

Gire a la derecha y escuche que alguien me seguía, avance aún más rápido, pero los pasos de la otra persona no cesaban, empecé a preocuparme.

Giré sobre mi propio eje buscando algún movimiento, pero no lo encontré.

- ¡Ya escuché que me sigues, deja de molestarme! - grité.

Mi corazón se aceleró tanto que pude escucharlo latir, una sombra empezaba a aparecer.

-No soy un psicópata-exclamó Dorian.

-Les dije que no me acompañaran- reproché.

-Te recuerdo que somos vecinos- sonrío falsamente.

-Puedes irte por otro camino.

- ¿Y caminar más?, no gracias.

Él se paró a un lado de mí y empezamos a caminar juntos.

-No era necesario que me siguieras-exclamé.

-repito, te recuerdo que somos vecinos- replicó- y saliste de mi casa sospechosamente.

- ¿Creíste que robaba?

-No, pero sabía qué harías alguna estupidez, y acerté.

-Lo que yo haga no es de tu incumbencia.

-Ni modo, así soy.

Le puse los ojos en blanco y metí mis manos a los bolsillos de mi suéter.

Caminamos en silencio por un rato a pasos lentos y tranquilos, como si no quisiéramos que el momento acabará, extrañamente para mí así era.

My downfall is youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora