CAPÍTULO XXVII

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Dorian Berrycloth

Salí de la habitación ignorando el acontecimiento que acababa de pasar, pues no podía andar con mi mal genio, al menos por hoy.

Salí al patio donde estaban todos. Mi hermano se veía feliz jugando con sus amigos, mientras que mi padre lo veía orgulloso. Cosa que conmigo nunca pasaría, y nunca pasó.

Mantuve mi mal genio en un cajón cerrado con candado dentro de mí, por hoy. No podía arruinarle su cumpleaños a mi hermano, así que me acerque a la mesa de dulces, donde estaba Melisa bebiendo ponche.

-Todo está saliendo bien- comenté.

Ella me miró y sonrió.

-Así es, y espero que así siga- respondió.

Yo asentí y miré todo a mi alrededor, hasta que mi vista cayó a la piscina...

- ¿Aún te da miedo volver a intentar nadar? - le pregunté.

Ella me miró extrañada, y me dejó esperando su respuesta unos segundos.

Solamente asintió.

- ¿Y si te ayudo a superarlo? - musité.

Me miró confundida, y negó, pero en sus ojos vi otra respuesta.

-No creo poder hacerlo... lo recuerdo en el momento que tocó el agua y me quedó en shock, por eso no creo poder- respondió.

-Para eso yo voy a estar contigo- respondí y ella agachó la cabeza mientras sonreía.

Fue ahí cuando sentí la confianza de picarle la pansa suavemente, luego ella alzó la mirada y achicó los ojos divertida.

-No me piques mis lonjitas- respondió.

Yo reí y la vi sonrojarse.

-No veo que las tengas, aún si las tuvieras te ves hermosa- contesté con sinceridad.

Ella se sonrojó y comenzó a ver todo el lugar, tratando de no verme a mí. Se veía tan bien sonrojada y nerviosa, que me daba ternura.

Le di un trago a mi ponche y me dirigí a ver dónde estaba mi hermano, ya que salió de mi campo de radar hace unos minutos. Y no se pudo ir a jugar a otro lado, porque sus amigos seguían ahí jugando. Supuse que tal vez había ido al baño. Detuve mi búsqueda deteniéndome a un lado de la piscina, para esperar y ver si de verdad estaba allí.

Comencé a preocuparme cuando ya habían pasado 10 minutos y aún no lo veía por ningún lado, así que empecé a buscarlo.

Busqué en la sala, en la cocina, en los baños, en la azotea, en su habitación, y nada.

Lugo entre en la mía y lo encontré en una esquina echo bolita, llorando. Me acerqué a él y me agaché.

- ¿Qué sucede? - le pregunté.

- ¡No quiero ir! - se quejó mientras sus lágrimas seguían brotando de sus ojos.

- ¿A dónde?

- Irme de aquí por la beca, no quiero estar lejos de ti- se levantó rápida mente y me abrazo. A lo que yo le correspondí.

Acaricié su cabeza mientras derramaba sus lágrimas en mi hombro, luego lo separé y le sonreí.

-Tranquilo, si no quieres ir, yo me encargaré- respondí.

-Pero papá me obligará a ir, aunque tú no quieras- se quejó.

-No te preocupes por lo que yo quiera o haga, pero si te digo que yo me encargo, lo haré- contesté y le giñé el ojo.

My downfall is youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora