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De vuelta en la mansión, alguien esperaba a Ana en la puerta

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De vuelta en la mansión, alguien esperaba a Ana en la puerta.

–Buenas noches Señorita, ¿no piensa saludar a su amo?–dijo un joven de lentes.

–Buenas noches –ella hizo una reverencia y se dispuso a entrar.

–No te vayas, estoy hablando contigo.–la tomó del hombro –Si vas a vivir aquí, vas a ser lo que todo ghoul es para nosotros, se terminaron los privilegios de niña.

–Lo sé Reiji–ella trató de alejarlo.

–Pues tus hechos dicen otra cosa, te la pasas jugueteando de aquí para allá con mis hermanos. ¿O es que acaso deseas ser una novia de sacrificio?–le dijo cerca del rostro.

–Deja que me marche Reiji, tengo tarea que terminar, porque al menos yo, si entrego los deberes a tiempo, no como tus queridos hermanos.

El muchacho se apartó de ella, y Ana caminó hacia su recámara.

–Mañana te quiero a primera hora en el comedor, tu uniforme está sobe tu cama.

La castaña se retiró molesta.

Al entrar en su habitación vió, como él le había dicho, su uniforme.

Solo se tumbó con un suspiro sobre la cama y Sammy tras ella.

¿Por qué Reiji no había actuado como los demás, de forma amable y fraternal?

Una parte suya estaba enojada con él, pero la otra moría de curiosidad de saber el porqué.

Aún no había amanecido, y alguien tocó a la puerta.

Ana pensó que tal vez era Subaru, pero Sammy se acurrucó más, contra ella.

La chica se preocupó.

¡No podía ser que fuera Laito!

Hace años le hubiera abierto la puerta e invitado a pasar, pero ahora, ahora para ella él ya no era el pollito indefenso que juró proteger.

Con miedo, se acurrucó más debajo de las cobijas, como si éstas la pudieran proteger, pero la puerta volvió a sonar.

–Señorita, ya debe pararse.–Para su descanso, (mas bien su tranquilidad, porque ahora tendría que levantarse), era Reiji.

–Ya voy, niño controlador con complejo de Mayordomo.–Con un gruñido la chica se levantó.

–Te espero en la cocina.

La morena se levantó y se puso el uniforme.

–Que flojera –pensó– después tendré que cambiarme por el uniforme de la escuela. Y éste tocado ridículo....–lo trató de colocar en su cabello, pero los rizos lo botaban.

Después de unos minutos Ana fue hasta la cocina.

–Buenos días –Dijo todavía adormilada.

–Llegas media hora tarde–le reprochó el chico.–Te dije a primera hora.

–Lo siento, yo ....–fue interrumpida.

–Lleva ésto a la mesa–Le dió unos platos.–Y no los rompas.

–¿No se supone que ésto es trabajo de mi papá?–cuestionó Ana

–Él está a cargo de otros asuntos.

La joven llevo los platos y los acomodó en la mesa, pero no como lo hubiera hecho antes, tarareando una melodía, mientras él la observaba. y regresó a la cocina.

–¡Mira tu uniforme está lleno de pelos de ese sucio perro!–Reiji agitó las manos molesto.

–¿Estás celoso de que tú nunca pudiste tener uno?

–Claro que no, una joven que trabaja para nuestra familia debe representarnos de la forma más pulcra.–le respondió cob seriedad ocultando su molestia.–Ahora ve a fregar esas ollas.

–¿No será que más bien –fue hacia el fregadero –te molesta que no te pudiste deshacer de él como  tampoco de ....

Ana dejó de hablar y se giró totalmente hacia el lavaplatos, al ver a Raito que entró a la cocina y se sentó en la barra, y ella siguió lavando los platos en silencio.

–¿Me preparas un café cargado por favor?–pidió el de ojos verdes, recargado en sus brazos cruzados sobre la mesa.

–Aunque felicito que lo hayas pedido con amabilidad, y por madrugar por primera vez en tu vida, no tengo por qué hacerlo, tienes manos para prepararlo.–Le dijo el mayor.

–No te lo pedí a tí, viejo amargado.–respondió Raito.–Se lo pedí a ella.

Pero ella, solo lo ignoró.

–Ana, ¿por favor me preparas un café? mi noche fue horrible, como todas....

Ana lo ignoro nuevamente.

–Lo entiendo, me voy, a nadie le importo cuando soy una persona normal y amable, está bien, solo sirvo como objeto sexual, solo así me prestan atención.–se levantó y desapareció del lugar aventando la silla donde estaba sentado.

Ella habla imaginando que saldría con alguna de sus estupideces pervertidas al verla con el uniforme, pero él no lo hizo, pero Ana siguió con lo suyo.

–Al parecer nosotros no somos los únicos que cambiamos.– Comentó Reiji cruzado de brazos recargado en la pared.–¿Sabes? te llamé porque quería que nos divirtiéramos en la cocina como antaño, pero eres igual a nosotros.

–¡Acabo de perder a mi madre, la escuela es un desastre y todos ustedes son una mierda!– azotó los trastes molesta.

–Si, entiendo que sufras por su muerte, tu madre sí fue una buena mujer.– el de cabello negro colocó el trapo que tenía en la mano sobre la mesa y acomodó sus lentes.–Vete a cambiar y alistate para el comer, te irás con nosotros a la escuela.

Lost innocence • Raito Sakamaki #BloodyClanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora