Laito lloraba al principio.
Laito odiaba que ella estuviera cerca.
Laito se acostumbró a eso.
Laito encontró a alguien que curaría sus heridas.
Laito perdió a esa persona.
¿Acaso volverá a ser feliz alguna vez?
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El retumbar de aluminio resonaba, y los gritos de ira y gruñidos de impotencia inhundabanbel pasillo trasero de la preparatoria.
Solo ella podía oír los pensamientos que provocavan su enojo, ella se culpaba de todo, no debía haber vuleto a la vida de esos chicos.
—¡Me odio, me odio, me odio!— se oía en su mente — ¡Es mi culpa por querer ayudar, por quererlos!
Pensaba que ese ruido tampoco sería oido, hasta que...
—Tu no tienes la culpa— esa voz respondió a sus pensamientos al tiempo que detenía el resonsr de las latas de basura—Tu eres la menos culpable aquí.
Había quienes si podian oír su voz interior, y uno de ellos cruzó la mirada con ella.
Unos verdes ojos igual de llenos de coraje se toparon con los cafés de la chica.
—¡Claro que si!— respondió ella.
—Soy mil veces más culpable que tú....
Los ojos del uno estaban clavados en los del otroz diciendose todo sin palabras audibles.
—¡Si no fuera por mí, Shū seguiría aquí!
—No, eso sucedería tarde o temprano...
—¡Claro que no!
—Nuestra familia era una bomba de tiempo que no se podía detener.
—¡Yo no debería estar aquí!
—Si bno hubieras regresado, to hubiera sido peor, Ana...
El muchacho tomó el rostro de ella entre sus manos y la acercó a él, sus labios se fundieron en un cálido beso, mientras los ojos de ambos se cerraban tiernamente.
—Te necesito, Ana—susurró audiblemente cerca de sus labios y sus miradas volvieron a cruzarce— te necesito.
Ana se recargó sobre su pecho llena de lágrimas, y los brazos de él la rodearon.
—Mientras no estuviste, sucedieran muchas cosas de las cuales nos negabamos a hablar—Raito besó su cabeza— vamonos de aquí, a un lugar donde sea mas cómodo charlar.
