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–Anita, ven, iremos a hacer unas compras al pueblo–Llamó su padre a la niña

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–Anita, ven, iremos a hacer unas compras al pueblo–Llamó su padre a la niña.

–Pero yo estoy jugando–se quejó la pequeña.

–Puedes traer a Sammy contigo.

La niña cargó a su perro y tomó a su padre de la mano.

Fueron al mercado del pueblo junto con otros de la servidumbre, pero mientras el hombre hacia las compras, la niñita se escabulló entre los puestos seguida de su perro.

Entre los negocios se topó cara a cara entre algunas manzanas, con un chiquillo que parecía de su edad pero le sacaba algunos centímetros.

–¿Quieres robar mis manzanas, verdad?–Dijo cruzado de brazos el niño.

–No, Sammy y yo solo estamos paseando.

–¡Tambien robaste ese perro!– exclamó enojado–¡Y no se llama Sammy. Su nombre es Sugar!

–Yo no lo robe, mi papá me lo regaló–dijo con el ceño fruncido la castaña.

–Pues entonces el lo robó, yo se lo regalé a mi amigo el señorito Shū.

–¿El señorito Shū? El es mi amigo, y no me ha dicho nada–le sacó la lengua.

–Porque el es bueno y no quiere pelear.

–¿Cómo te llamas?–preguntó la niña–Para darle recuerdos tuyos a Shusito, el me dijo que tenía un amigo.

–Soy Edgar.

–¡Si eres su amigo! Yo soy Anita.–ella lo abrazó, pero un cliente llegó y el chico tuvo que atenderlo.

Ella fue corriendo por entre los puestos hasta que llegó a una calle algo oscura donde estaba una pequeña bolita que respiraba en un rincón, Anita se acercó y vió unos lindos ojos color rosado.

Era un niñito lleno de heridas.

–¿Estás bien...?–se acercó un poco más y quitó el cabello de la cara del niño.

–No lo sé.....–respondió tartamudeando.

–Yo soy Anita, y puedo ser tu amiga, porque veo que estás solito.–ella puso una gran sonrisa.

–Yo... Yo soy...Soy Azusa–respondió poniéndose en pie.

Una mujer entró al callejón con un niño pequeño y rubio de ojos azules.

La niña le tapó la boca a Azusa y se escondió.

La mujer le quitó la camisa al niño y comenzó a besarlo.

–Ahora canta para mi, pequeño~

La voz de la mujer y esas imágenes se le hicieron familiares. No podía ser que la mamá de sus amigos también hiciera cosas a otros pequeños.

Anita soltó un grito ante aquello y salió corriendo junto con Sammy y el pequeño Azusa y al verlos la mujer soltó al rubio el cual también salió corriendo.

Durante la huída, chocaron con un niño de cabello negro y ojos azules, que vestía refinado como sus amigos de la mansión y lo tiró en un charco.

–¡Tengan cuidado, gente campesina sin modales!–gritó el niño.

–Estamos huyendo de una señora mala, niño fresa–Anita le sacó la lengua y siguió corriendo hasta donde su padre, pero sus nuevos amigos ya no estaban tras ella. Al rubio lo había atrapado un hombre y lo golpeaba por haber huido. Y el otro pequeño estaba con otros niños que también le golpeaban.

–¿Dónde te habías metido, Anita?–preguntó su padre.

Anita empezó a llorar y el hombre la cargó.

–La gente es mala–dijo entre sollozos–Y la mamá de Raitito le hace cosas feas a otros niños.

El mayordomo la abrazó contra su pecho y alzó la vista y vió a Cordelia molesta en un callejón a lo lejos, reclamando algo a un hombre.

Esas tarde cuando volvieron a casa, la niña no quiso quedarse sola.

Lost innocence • Raito Sakamaki #BloodyClanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora