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CAPÍTULO 1

Cojo una bocanada de aire haciendo que los pulmones se me llenen de la brisa salada del océano.

Estiro los brazos hacia arriba y doblo mi cuerpo mientras me desperezo. Aún está amaneciendo y el sol, muy lentamente, se asoma por el horizonte. Algunos miembros de mi tripulación ya están despiertos, izando velas porque las nubes que se han acercado durante la noche nos confirman que se acercan fuertes ráfagas de viento.

—Buenos días, capitán—me saludan con ánimo.

Les dedico una sonrisa y apoyo mis manos en mi cintura en forma de jarra.

—Vayan a desayunar—señalo con la cabeza la cocina—. Hoy será un día largo.

—¿Embarcaremos en alguna isla, capitán? —me pregunta uno de ellos, el más joven.

—Nunca se sabe, joven—alzo la cabeza—. Hay que estar preparados para cualquier cosa. Repongan fuerzas.

Asienten sin contradecirme.

Desaparecen por la puerta de madera de la pequeña cocina que hay junto a mi camarote. Vuelvo mi mirada hacia el océano oscuro, donde algunos delfines saltan dándome los buenos días. Me subo a la baranda de madera agarrándome a una de las cuerdas y dejo que el húmedo clima me acaricie el cuerpo.

—El agua está esperándola, capitán.

La voz de mi mano derecha me sorprende. Eira apoya los antebrazos en la baranda, junto a mis botas de cuero negras. Le dedico una sonrisa aunque no me vea porque está demasiado concentrada mirando el vaivén de las olas.

—Me encantaría, Eira—vuelvo a mirar donde ella—. Pero el agua está demasiado fría para mis venas.

El pelo blanco como la nieve de Eira se enreda por el viento. Sus ojos, tan azules como el mar cuando amanece, se vuelven a mí.

—Siempre ha tenido la sangre como un témpano de hielo—se da la vuelta y apoya los codos en la madera echando la cabeza hacia atrás—. No me venga con esas.

Me siento riéndome con los pies hacia fuera aguantando las ganas de darme un buen baño. Estas aguas, por muy apetecibles que parezcan, son peligrosas y sangrientas. Bajo los delfines y peces de colores, bajo la espuma de mar y las suaves olas que guían nuestro barco, se esconden cuerpos sin vida de piratas y marineros que una vez decidieron nadar en estas cristalinas aguas.

Las criaturas que viven bajo estas aguas saladas son desconocidas ante el ojo humano, pero no me arriesgaré a conocerlos.

—Aprecio mi espantosa vida, por muy extraño que parezca—respondo.

—¿Dice que su vida conmigo es espantosa?—se lleva una mano al pecho y cierra los ojos llena de drama—. ¿Cómo debo tomar eso, capitán?

—Como un halago, socia—le doy un suave empujón en el hombro y ella se ríe—. ¿Donde embarcaremos hoy?

Eira chasquea la lengua y vuelve a mirar a su alrededor en busca de tierra.

—¿Eso no debería decidirlo vos?—inquiere alzando una de sus blancas cejas.

—Seamos sinceras, Eira—paso las piernas por la baranda con gracilidad y me pongo frente a ella—. Tienes mejor sentido de la orientación que yo.

—Y eso que es la capitán de los Esmeralda—se burla de mí—. Creo que estamos cerca de la isla Métanos. Podríamos embarcar en las montañas de la soledad.

—No sé con seguridad cuántas mercancías llegarán hoy allí—frunzo los labios—. Pero podemos intentarlo, y si no, seguir hasta la Isla del Aire Helado.

El pirata oscuro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora