XV

112 22 76
                                    




CAPÍTULO 15

—¿Qué demonios ha pasado? —inquiero mirando el cuerpo apuñalado de la dueña de la posada.

—Jano y yo hemos salido para comprar algo de comida y nos la hemos encontrado así—mi mejor amiga se cruza de brazos a mi lado.

La mujer de pelo oscuro recogido en un moño ahora despeinado, tiene los ojos abiertos y un gran cuchillo clavado en el lado izquierdo del pecho, justo en el lado del corazón. Hay un charco de sangre debajo de ella y estoy segura de que el cuchillo la ha atravesado sin duda por la cantidad de sangre que sigue cayendo. Eso me indica que ha sido demasiado reciente.

—¿Nadie se ha enterado de algo? —ahora interviene Eilán—. Tendría que haber dado alguna señal de que estaba siendo atacada.

—Bueno, vosotros estábais demasiado ocupados—ataca Jano, que se lleva una mirada fulminante de ambos—. No hemos escuchado nada. Ni un solo ruido.

Me levanto y me sacudo los pantalones cruzándome de brazos.

—¿Dónde está Laura? —inquiero.

—Intentando que ningún campesino vea esta atrocidad—responde Eira apartando la mirada asqueada de la mujer—. Según ella, hace siglos que no ocurría algo así por aquí.

—Y lo más evidente es que culpen nuestra llegada—asiento al entenderlo y suelto un suspiro—. ¿Ninguno se va a encargar de pensar que quizá la bruja es culpable?

—¿Por qué querría matar a alguien de su propio pueblo e inculparnos? —inquiere Jano de malhumor—. No todos somos igual de crueles que tú.

Entrecierro los ojos mirándole enfadada. No estamos como para discutir, porque hay cosas más importante de las que preocuparnos. Abro la boca para decir algo más, pero la puerta de la posada de abre de par en par sobresaltándonos.

—¿Qué ha ocurrido aquí y por qué hay unos forasteros en la escena del crimen?

Una joven cabreada y enfundada en un traje perfectamente hecho a su medida, como si fuera un caballero de la realeza pero sin armadura, con un simple chaleco azul marino y unos pantalones negros. Su largo cabello rubio y brillante está recogido en una trenza y, cuando Laura se pone a su lado con una expresión derrotada, veo que son de la misma altura.

—Sorpresa, oficial—suspira Laura—. Estos forasteros han pedido una habitación para un par de horas hoy.

Sus ojos se pasean por nosotros y me doy cuenta de que parpadea sorprendida al ver a Eilán a un lado de brazos cruzados.

—¿Qué me dirán para que empiece a pensar que no sois culpables? —entrecierra los ojos—. Soy la oficial de seguridad de este reino, Kinga. Me encargaré de investigar qué ha pasado aquí, pero necesito interrogaros a cada uno de vosotros.

—Me parece correcto—asiente Jano.

—A mí no—intervengo—. No tenemos tiempo que perder aquí. Necesitamos encontrar algo y marcharnos, fin de la discusión. Investiga esto por ti misma, oficial.

Me apresuro en caminar a lo largo de la entrada y pasar por su lado, pero el brazo de la oficial se cierra en torno al mío con fuerza.

—Nadie saldrá de aquí hasta que no sea interrogado.

Aprieto la mandíbula.

—Está bien—suspira Eilán—. Espero que sea rápido.

Laura abre la boca para decir algo frente a mí. Sin embargo, Kinga la calla con un movimiento rápido de mano. Frunzo levemente el ceño. ¿Acaso esconden algo que nosotros no sabemos?

El pirata oscuro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora