XXI

88 22 110
                                    




CAPÍTULO 21

—Me gustaría saber cómo has despertado—cierra la puerta de un gran portazo que resuena en toda la habitación—. El somnífero duraba hasta mañana al amanecer.

Me siento en el borde de la cama como él me indica y lo miro intentando mantenerme firme.

—Pues parece que no funcionó a la perfección—me encojo de hombros—. Aún así, deberías alegrarte. Si hubieses matado a mi hermano habría acabado con todo tu reino.

Zigor suelta una carcajada que me hace estremecer.

—¿Alguna vez te he dicho que no me importa morir si así te arrastro conmigo al infierno? —en un par de zancadas, ya está frente a mí y con su dedo índice, recorre mi mandíbula hasta mi barbilla—. Compórtate. Tu hermano morirá tarde o temprano y seré yo quien lo mate.

—¿Por qué te empeñas tanto en asesinarlo? —murmuro.

—Porque así dejará de protegerte.

Baja la caricia por mi cuello hasta el escote de mi vestido, en cuanto atrapa la tela, tira de mí hacia él.

—¿Crees que no sé que ese capitán ha estado aquí? —sus labios rozan los míos, causando que un escalofrío me recorra de pies a cabeza—. Su aroma es un tanto peculiar.

—No fui yo quien lo invitó. —repongo con rapidez.

—Permíteme sospechar de Faddie.

—Él no lo conoce.

—Eso está por verse.

Empiezo a temblar al temer lo que sea que Zigor vaya a hacerle a Faddie. Antes de que se aleje de mí, cojo su brazo y tiro de él hacia mí intentando no parecer nerviosa.

—Está ocupado—trago saliva y fuerzo una sonrisa totalmente falsa—. Quédate aquí.

Enarca una ceja mirando mi agarre.

—¿Desde cuándo quieres que me quede contigo?

—Vamos a casarnos—me guardo una arcada al decirlo—. Lo más normal es que mi futuro marido pase tiempo conmigo.

Frunce los labios en una mueca asqueada y a mí no me faltan ganas para hacerlo también.

—¿Qué te hace pensar que quiero pasar tiempo contigo? —gruñe, zafándose de mi agarre. Camina hacia su armario y se desabrocha la camisa—. Lo máximo que quiero tocarte es cuando estés desnuda debajo de mí.

Escudriño cada uno de sus movimientos. Deja la camisa tirada en el armario y se quita los pantalones, quedando totalmente desnudo. Aparto mis ojos de él incómoda. No es que no sea agradable, sino todo lo contrario, pero saber lo que es capaz de hacer conmigo en ese estado me revuelve el estómago.

—Nunca has sentido amor—susurro, más para mí misma.

Sin embargo, él me ha escuchado.

—Que vas a hablar tú de amor, querida—se cubre el cuerpo con una bata blanca de seda casi transparente y se acerca a la cama—. No sientes nada.

Quiero darle la razón, es más, ojalá fuera así. Pero no sabe cuán equivocado está. No me hace falta nada más que pensar en él y el corazón me late desbocado. O en mis hermanos, y me siento realmente acogida. O incluso en Faddie, que está siendo mi único pilar estos días.

—¿Y tú sí? —me giro para mirarlo, mientras se tumba en la cama.

—No soy tan desalmado como para no enamorarme de alguien—se pasa las manos por detrás de la cabeza y me mira fijamente, y empiezo a pensar que me está leyendo el pensamiento—. ¿Por qué crees que le arrebaté el hijo a tu querido capitán?

El pirata oscuro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora