XIV

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Hago un breve inciso para daros las gracias por lo bien que estáis acogiendo a mis niños. Al principio, creía que era una novela sin futuro por todo lo que implica escribirla y no me veía capaz de hacerlo. Vuestros comentarios y apoyo es un gran alivio para mí y me anima a seguir con ello. 

De nuevo, mil gracias. Os quiero mucho, muak. <3

CAPÍTULO 14

Una vez en tierra, mientras cruzamos el frondoso bosque lleno de criaturas mágicas que desconocía, el sol nos alumbra todo el camino y conseguimos secarnos con rapidez. No me quedo tranquila al dejar a Ciro con alguien en quien no confío como Eira, pero creo que ella también tiene derecho a vivir conmigo nuestras aventuras.

—¿Por qué esta isla está aislada? —le pregunto a Laura.

Camina la primera para guiarnos hacia no sé dónde.

—¿Es demasiado pedir que te quedes en silencio? —responde en un gruñido.

—Sí.

Suspira, pero termina cediendo.

—Las criaturas mágicas como las hadas, los minotauros o incluso las brujas como yo, corremos peligro en el exterior—no me mira mientras habla—. A las hadas le cortan las alas para venderlas; los minotauros pierden sus cabezas y a nosotras nos queman en la hoguera aún vivas. Y eso es lo mínimo que puede pasarnos, lo demás lo dejo a tu imaginación.

Hago una mueca al pensar en la pesadumbre que han tenido que pasar. La sociedad en la que estamos acostumbrados a vivir tiene la mente tan cerrada que enseñarle algo nuevo solo les hace enloquecer. No nos permiten avanzar con descubrimientos, nuevos métodos de enseñanza o abrirnos los ojos a los objetos valiosos y magia como la que se esconde en el Sello.

Ahora comprendo por qué es tan complicado entrar. Tienen miedo de tener que abandonar el que ha sido su hogar por un tiempo que desconozco solo porque algunos humanos desprecian su belleza.

—¿Qué más especies existen? —inquiero de nuevo.

—Por favor, que alguien la calle—se queja.

Pongo los ojos en blanco y abro la boca para reprocharle. Sin embargo, Eilán, que está a mi lado, me cubre los labios con su áspera mano.

—Será mejor que hablemos tú y yo un rato, encanto—me dedica una sonrisa, pero sé que a él le molesta la bruja tanto como a mí—. Deja que la querida bruja haga su trabajo.

Me quedo callada al aceptar. No es que me guste la idea de ir con alguien que apenas quiere contarnos nada, sobre todo cuando desconocemos todo de esta isla. Parece un mundo completamente alternativo, pero a la vez odio que tengan que mantenerse escondidos.

Eilán aleja su mano de mi boca y se mantiene caminando a mi lado en silencio. Adivino que le tiene un mínimo de respeto a la bruja, pero a mí me da igual. Si ella no va a responder las preguntas que me rondan la cabeza, encontraré a alguien que sí lo haga.

—Al menos, ¿podemos saber hacia dónde nos dirigimos? —pregunta Eira.

—Vamos a colarnos en las catacumbas—sonríe como si ese no fuese su único plan—. Habrá algunos guardias que tendremos que dejar inconscientes, pero si no hacéis eso no lograréis coger la sangre.

—¿Qué más escondes, bruja? —susurro.

Eilán me dedica una mirada rápida para hacerme callar. Estoy segura de que Laura me ha escuchado pero tiene algo contra mí o mi magia que le impide hablar con normalidad. Quizá el hada tenía razón, la envidia le corroe. Aún así, no me conviene batirme en duelo con ella. No es cuestión de cantidad de poder, sino de tener la suficiente idea de controlarlo, algo que a mí me falta.

El pirata oscuro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora