XXIV

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CAPÍTULO 24

No paso por alto la mirada confusa que me dirigen todos mis conocidos. Faddie mira mi pelo corto como si fuese la cosa más extraña del mundo, y ni hablar de Eilán, quien se pone totalmente tenso al verme.

Ahora no podrá peinarme como hacía y pensarlo solo me hace sentir mal. Una razón más que me indica que debería alejarme de él aunque mi corazón penda de un hilo cuando Eilán no está cerca.

Alzo la cabeza caminando hacia el trono que ha improvisado el personal que ha preparado el jardín para la gran noche. Debido a que la sala de trono ha sido testigo de una masacre, aún no han terminado de limpiarla y a decir verdad, me apetece estar al aire libre por si algo se sale de control y necesito aire fresco.

La multitud se queda en silencio y, aunque tengo miles de ojos observándome, solo soy capaz de fijarme en el capitán.

—Buenas noches, damas y caballeros—saluda Zigor con su corona sobre la cabeza y su atuendo brillante. Mi brazo está enredado en el suyo—. Estoy complacido de presentarles a la, por fin, futura reina de Énastros: Amarilis Dankworth.

Para mi sorpresa, todos aplauden y vitorean. Quizá Zigor los tiene amenazados, porque el consejo no parecía muy contento cuando el rey me nombró futura reina hace una semana. No soy capaz de sonreír, y tampoco me molesto en forzarlo. Mostrarme seria en una situación así no es complicado, y decido que sea Zigor quien se muestre débil para luego esconder su fuerza tras las paredes del castillo y usarlo contra mí.

A diferencia de mí, que me muestro llena de confianza y autoridad para, cuando me escondo en el castillo, desmoronarme.

—Pronto anunciaremos la fecha de su coronación, a la que todos ustedes como es debido, están invitados—sigue hablando. Coge un par de vasos de vino de la bandeja del camarero, y me tiende uno—. Un brindis por la nueva etapa de nuestra querida reina.

Todos alzan las copas y vuelven a bajarlas para dar un sorbo al vino.

—¡Que comience la fiesta!

Zigor deja libre mi brazo y me dedica una mirada que entiendo a la perfección. Puedo caminar a mi antojo en esta fiesta, pero no debo pasarme de la ralla porque sabe que Eilán está aquí.

El primero en acercarse cuando bajo del pequeño escenario del trono es Faddie. Detrás, logro ver a Eilán pero se mantiene alejado para darnos algo de privacidad.

—¿Y ese cambio tan radical? —estira su mano para acariciar las leves ondulaciones que quedan en mi melena corta—. ¿Ha sido él?

Aprieto los labios en una fina línea asintiendo con la cabeza.

—He de admitir que te queda realmente bien—interviene Eilán, poniéndose junto a mi mentor.

—No es necesario que me mintáis—doy un sorbo a mi vino—. Nueva etapa, nueva vida.

—Yo diría nuevo infierno—murmura Eilán. Antes de que pueda rebatirle, vuelve a hablar—. Lo digo de verdad, estás preciosa.

Ladeo la cabeza en forma de agradecimiento.

—Supongo que gracias.

Faddie da un paso hacia mí y deja un suave beso en mi sien. No es extraño que sea él quien lo haga, porque todos en el reino saben que es como un padre para mí.

—Disfruta de la fiesta.

Tras susurrarlo, se aleja de mí en busca de alguien. Adivino a la primera que es Luna a quien busca, que está repartiendo tentempiés a los invitados y bebidas. Me giro de nuevo hacia Eilán. No logro adivinar qué intenta decirme su mirada, pero no parece muy contento con la conversación que acabamos de tener.

El pirata oscuro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora