VII

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(Os recomiendo poner la canción desde la primera línea del capítulo. Hay un momento que me recuerda mucho a la letra y me inspiró para escribir este capítulo. Espero que os guste mucho, muak)


CAPÍTULO 7

Estoy de nuevo aquí.

Las llamas empiezan a florecer desde el puerto, donde los barcos del rey acaban de llegar con miles de antorchas y catapultas que sueltan madera cubierta en llamas hacia las casas. La gente me traspasa mientras huye del fuego, porque soy solo un recuerdo aquí.

Es solo una pesadilla.

Una que se hizo realidad hace años.

Me veo a mí, hace cinco años, salir corriendo con Ciro en brazos mientras mi hermano mayor me coge del brazo arrastrándome. La gente a mi alrededor, la que alguna vez fue mi familia, grita desquiciada llenos de temor por perder lo que han tardado tanto en construir. Estoy aterrada incluso ahora, sabiendo que no puedo morir. Alister nos mira de vez en cuando para comprobar que estamos bien, pero no se preocupa en ver si mis padres han salido de casa.

Quiero gritarle que los esperen. Que uno de los montones de madera ardiendo va a aterrizar justo delante de nuestra casa. Sin embargo, la voz no me sale. Mi yo de hace cinco años extiende a Ciro hacia los brazos de Alister y se gira corriendo hacia casa, en cambio, el fuego cae delante de ella.

Alister corre hacia mí y pasa su brazo por mi cintura para cogerme en brazos. Mientras, todo sucede tan rápido, él arrastra a mi niña inocente hacia el mar, donde estaremos seguros, veo como mis padres se abrazan y dejan un último beso en sus labios mientras las llamas los consumen.

Mi hermano mayor tira de mí hacia atrás con fuerza. No puede perderme, y fue lo único que me dijo aquel día. No puede dejar de lado lo único que le ha hecho feliz junto a Ciro. Somos la única familia que nos queda y no soy capaz de no aguantar las lágrimas al ver como Alister nos abraza a los dos, a Ciro y a mí, hasta que nos quedamos dormidos entre lágrimas.

Él fue el más fuerte en la situación. Se obligó a ser fuerte por nosotros. Recuerdo no verlo llorar delante nuestra, sino esperar a que ambos cayéramos en los brazos de Morfeo para desahogarse por su cuenta. La última vez que lo vi lo abracé con tanta fuerza que creí que el mundo se me caería encima.

Abro los ojos de golpe, cuando las llamas alcanzan mi cuerpo lúcido.

Al pasarme las manos por el rostro, logro darme cuenta de que he estado llorando la mayoría del tiempo.

Podemos superar los momentos difíciles, pero los recuerdos seguirán doliendo como el primer día.

A mi lado, Eilán sigue descansando boca arriba. Tiene el brazo apoyado en la frente respirando con tranquilidad y el pecho descubierto. Paseo mi mirada por su cuello, donde florece una cicatriz que le hice hace una semana. Sigo bajando por su tronco entrenado, donde también tiene cicatrices de las que desconozco el origen.

—¿Quién mira ahora a quien?

Su voz ronca resuena en su camarote. Anoche me quedé dormida aquí cuando me trajeron la cena porque se negaban a que me moviera e imagino que Eilán se negó a dormir en el suelo. No me molesta haber dormido con él, ya no somos niños como para avergonzarnos, pero temo lo que habría pasado si ambos hubiéramos estado despiertos.

Me limpio las lágrimas antes de que abra sus ojos y apoyo la mano en el colchón aún mirándolo.

—Estás en medio y no puedo salir.

No he mentido. Estoy acorralada entre la pared de madera y él, me es imposible salir si no paso por encima suya.

—Si que puedes—se pasa las manos por la cara y esconde uno de ellos detrás de su cabeza mirándome. Los músculos de sus brazos se tensan y tengo que tragar saliva al verlo—. Por encima.

El pirata oscuro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora